Capítulo 23

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Apenas abrí los ojos, los volví a cerrar rápidamente al encontrarme con una luz blanca muy fuerte que invade el lugar donde se supone que estoy ahora.

— ¿Gerard...? — Escucho la voz de mi madre.

Intento abrir los ojos de nuevo, y tengo que parpadear muchas veces para poder acostumbrarme a la gran iluminación que hay.

Cuando logro enfocar la vista, me doy cuenta de que estoy en un hospital.

Por un momento pensé que esta era la recta final; el punto donde todo cobraría sentido... Creí que despertar aquí significaría que, tal y como supuse al principio, todo el asunto del viaje en el tiempo había sido un sueño... Sin embargo, cuando mi mamá se acerca y veo que es la versión de ella un poco más joven, y que con ella está Mikey siendo un niño de diez años... Caigo en la cuenta de que estoy en 1998 otra vez.

Con mucho cuidado, me senté en la camilla donde estoy, sintiendo mis sienes palpitar.

— Gerard ¿Qué fue lo que pasó? — Inquiere mi mamá, sonando bastante desesperada; se nota que ha estado llorando por un largo rato. — ¿Por qué saliste de casa con Frank?

— ¿Dónde está Frank? — Pregunté inmediatamente. — ¿Qué pasó con él?

— Está desaparecido... Alguien te golpeó en la nuca, te desmayaste y se llevaron a Frank... De verdad, Gerard ¿Por qué salieron cuando se les dijo explícitamente que no lo hicieran? Ahora no hay ni una sola pista de dónde podría estar Frank.

— En realidad... — Musité. — Creo saber dónde está... O a-algo así... ¡Quizás no sea tarde!

A pesar de sentirme aturdido todavía, sin darme el tiempo de tratar de explicarme cómo regresé a este punto, decidí hacer lo mejor que se me ocurrió: Aprovechar la oportunidad para evitar la muerte de Frank en vez de solamente dejar que pase. Me niego a rendirme.

Me levanté rápido de la camilla, pero mi mamá volvió a detenerme.

— Espera, hijo. Todavía no podemos salir de aquí; tengo que llamar al doctor que te atendió porque pidió que le avisáramos cuando despertaras.

— ¡Pero mamá! — Protesté. — ¡No hay tiempo!

— Quédate aquí. — Demandó, saliendo la habitación donde estoy, dejándome con Mikey.

Ahora que puedo concentrarme un poco en mi alrededor, puedo ver que estoy en un cuarto con otros pacientes o algo así, al menos eso es lo que deduzco porque hay cortinas que han de separarme de las demás personas aquí, así que supongo que es la sala de observación. Hay un reloj en la pared, que marca las cinco y media de la tarde... Debo apresurarme, pues según los datos de aquella realidad alternativa de la cual recién acabo de despertar, Frank se suicidará esta noche, en un bosque a las afueras de este pueblo.

— Entonces debo darme prisa. — Concluí en susurros.

— Gee... — Dice mi hermano. — ¿Tienes una idea de dónde podría estar Frank?

— A-Algo así... Es sólo una corazonada. — Me mira confundido. — Sólo sé que debo ir allí rápido p-para salir de dudas.

Al menos mi mamá regresó rápido con el doctor, un viejo como de unos sesenta años. Y yo siento ansiedad en este momento, es decir, ya desperté, supongo que estoy bien, ¡Deberíamos salir rápido de aquí!

Lo primero que hizo el médico fue preguntar si me duele la nuca... Y no, realmente no me dolía sino hasta que tocó el área del golpe, provocándome un sobresalto.

Terminó haciéndome un estúpido chequeo que duró SIGLOS. Todo para decir que tuve una contusión pequeña que me llevó al desmayo al ser golpeado en la nuca con un objeto contundente, y me recomendó aplicar compresas frías para aliviar la inflamación del golpe.

1998; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora