Capítulo 13

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Al salir de la escuela, mamá nos dejó en casa y, como siempre, regresó al consultorio con mi papá para después regresar a la hora de la cena: El momento perfecto para ir a escondidas a ver a Billie y tener noticias sobre Frank. 

Pero esta vez no estoy solo, Mikey viene conmigo. 

Me pregunto qué impacto puede tener en el futuro que, esta vez, la actitud del Mikey Way adolescente sea aprendida de Billie Joe. 

Mikey pasó todo el camino en autobús hablando emocionado, contándome la anécdota de cómo su amigo Chester le prestó un día su patineta y se cayó varias veces al intentar controlarla, yo sólo reía tratando de apaciguar mis nervios, ya que por alguna razón me esperaba que Billie me dijera que debíamos retrasar o cancelar el escape. 

— Hey, hey, hey. — Billie nos recibió en el parque de skate; nuestro lugar de encuentro. — ¿Quién es este amiguito? — Dijo refiriéndose a Mikey, quien lo estaba observando con cierta admiración, como: «Woah, yo quiero ser como él». 

— Él es Mikey, mi hermano menor. Le hablé un poco sobre ti y está súper entusiasmado de conocerte porque cree que eres cool

— Momento, momento. — Me detuvo haciendo la señal de "alto" con su mano. — Él no cree que soy cool... Él sabe que soy cool, porque ya es un hecho que lo soy. Por si no te has enterado. 

Mikey y yo soltamos una risita. 

— ¿Qué edad tienes, Mikey? — Le preguntó entonces. 

— Tengo diez, cumpliré once en septiembre. 

— Ella es Sally. — Levantó la patineta para mostrársela bien. — Es mi mejor amiga... ¿Sabes andar en skate?

— Algo así. — Mikey asintió. — Aprendí un truco ¿Quieres que te enseñe?

— Adelante. — Billie le extendió su patineta, no sin antes entregarle también su casco y rodilleras por seguridad.

Yo también estaba intrigado en qué clase de truco aprendería el inexperto Mikey que aún no se ha metido de lleno en este mundo.

Vimos a mi hermanito subir a la patineta, teniendo aún algunas dificultades para mantener el equilibrio, entonces vimos cómo llevó todo su peso a su pierna izquierda, por lo que el otro extremo de la patineta se levantó, por un momento me dio miedo, porque creí que podría caerse, pero entonces dio un impulso y logró dar un (pequeño) salto con la patineta que no sería nada impresionante si lo hiciera un chico de dieciséis, pero al venir de un niñito principiante, Billie aplaudió impresionado.

— Eso estuvo muy bien. — Chocó los puños con Mikey. — Con un poco de práctica podrías ser un gran patinador.

— ¿En serio? — A Mikey se le iluminó completamente la mirada.

— Claro que sí, pequeño ¿Por qué no te llevas a Sally y así practicas un rato mientras tu hermano y yo hablamos sobre cosas de gente grande?

Mikey asintió y se alejó muy feliz con la patineta.

— ¡Ten cuidado! — Le advertí. Luego suspiré y me dirigí a Billie. — ¿Qué has sabido de Frank? Anoche no pude dormir pensando en él. Estaba pensando en ir a su casa hoy porque ayer se lo dije a él y a su madre, pero...

— No es prudente. — Se apresuró. — No es nada prudente. Si fueras a su casa hoy, te aseguro que te encontrarías con el prototipo de familia sana y feliz. Hallarás la casa en buen estado, Linda actuando como la clásica ama de casa amorosa y dedicada y Jonathan, si está, parecerá un trabajador honrado de clase obrera. Y dudo que Frank vaya a decirte algo porque se pone más hermético en esa circunstancia. Más tarde iré a verlo para contarle del plan y avisarle que prepare sus cosas para irse. Tengo el presentimiento de que estará más asustado de lo normal.

1998; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora