Capítulo 24

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— ¿Gerard? — Escucho la somnolienta voz de Billie Joe al otro lado de la línea.

Aproveché de llamarlo, porque la recepcionista me permitió usar el teléfono.

— Estaba a punto de ir a dormir... Son casi las once de la noche. — Agregó. — ¿Por qué no fuiste por la guitarra? Igual estaba mejor que no salieran de casa... Dile a Frank que puedo llevársela mañana temprano; ¿Cómo está él?

— Oh... Billie... — Suelto un suspiro exhaustivo, me siento débil, he pasado mucho tiempo llorando. — F-Frank... Está en el hospital ahora...

— ¡¿Qué?! — Su tono de voz tranquilo cambió drásticamente. — ¡¿Qué fue lo que pasó?!

— E-Es q-que... — Respiré hondo, pero aun así, no pude evitar romper en llanto otra vez... No puedo decirle lo que pasó... Debo hacerlo, pero las palabras se atoran en mi garganta y es imposible que salgan, porque primero aparece la imagen mental de lo sucedido, y en consecuencia llegan las lágrimas. — E-Es horrible, Billie. — Fue lo único que pude decir. — Sólo v-ven mañana temprano.

— ¡¿Mañana?! ¡¿Me estás jodiendo?! ¡Tengo que ir ahora, dime en qué hospital están!

— Es que ni siquiera yo puedo entrar a verlo. — Aclaré. — No puede recibir visitas hasta mañana.

— No me importa, igual iré, ¡Dime dónde están, maldita sea! — Exclamó desesperado. — ¿Cómo esperas que duerma esta noche si sé que a Frank le pasó algo?

Tiene razón... A fin de cuentas, yo tampoco creo que pueda dormir. Así que terminé dándole la dirección. Tenía que llamar a Billie Joe porque él también tiene derecho de estar aquí, ya que ha sido algo así como la única familia de Frank desde hace bastante tiempo.

Volví a tomar asiento en mi lugar de la sala de espera, mamá me pidió regresar a casa, pero yo le dije que no, y la convencí de irse sin mí, hasta tuve que decirle que Billie vendrá a hacerme compañía para que ella pudiera marcharse un poco tranquila, o al menos en la medida de lo posible.

El reloj marcó la una de la madrugada cuando Billie llegó, y lo primero que hizo fue insistir en preguntarme qué fue lo que pasó con Frank. Esta vez, tuve que reunir toda la fuerza posible para decírselo; le narré toda la historia, el cómo me desmayé y se lo llevaron, cómo lo encontré en un bosque en medio de una crisis nerviosa, a punto de suicidarse, y culminé con los crudos resultados de los exámenes médicos.

Billie Joe se quedó pasmado, con la mirada perdida; la expresión de su rostro no cambió ni un poco, ni siquiera al momento en que lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. A diferencia de mí, que reaccioné principalmente con dolor, Billie reaccionó con rabia, maldiciendo e insultando a los responsables, deseándoles las torturas más violentas y sádicas posibles.

— Los médicos dicen que le suministraron un sedante a Frank para que duerma toda la noche. — Puse mi mano en su hombro, intentando hacerlo calmarse un poco, porque sus fuertes invectivas harán que en algún momento alguien del personal nos llame la atención. — El agente Jones, que es quien está a cargo del caso, insistió en no hacer preguntas hasta mañana para no atosigar más Frank, sólo le preguntó una cosa, que es dónde está Jonathan, pues ellos ya tienen a Linda arrestada; la encontraron temprano, cuando fueron a revisar su casa.

— ¿Y Frank lo sabe? ¿Pudo decírselo?

— A duras penas, sí. — Asentí. — Resulta que el hijo de puta huyó a Phoenix, y ahora mismo, tiene a todo un grupo de policías buscándolo.

— ¡Ojalá encuentren a ese maldito!... ¡Lo odio! A él y a Linda... Los odio tanto, Gerard... Y pensar que si tú no hubieses llegado, Frank estaría muerto en este momento, ¡Me da mucha rabia, porque él no se merece toda esta mierda!

1998; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora