Niña Pelo de Miel 1

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Aurora Berg

Como era de esperarse, llegó un telegrama informativo urgente al barón Hans.

"Su hijo vive con una mujer campesina, dice que es su compañera. Dio un baile para hacérselo saber a usted. Ha declarado la guerra a quien se oponga.
                           Duque Stanley"

El hombre solo pudo retorcer el trozo de papel por la furia. Tantos años tratando de evitar la tragedia y su propio hijo amenazaba con exigir su puesto y su fortuna. El enfrentamiento era inevitable, la apuesta se había hecho. Por desgracia, su hijo tendría todas las de ganar al ser el verdadero heredero de la familia. Pero si la chica desaparecía, todo sería un mal sueño. Hans sabía que su hijo haría todo para que ella no estuviera en peligro, pero también que la había condenado al haber dado a conocer al mundo su existencia. No se ensuciaría las manos en algo tan tonto, por lo cual, ordenó un reto para su hijo. Un telegrama sería enviado a la mansión Thyssen proponiendo un encuentro entre los dos nobles un mes de escrito el mensaje para discutir la dirección de la herencia y otros términos. Si Heinrich Thyssen hijo no se presentaba, perdería derecho directo a su título y linaje. El encuentro se efectuaría frente a la catedral de Notre Dame, en París. La llegada tarde sería tras la última campanada de la medianoche. Creyendo que sería imposible para su hijo tal precisión para un lugar que nunca había conocido, Hans tomó precauciones de más por prevenir.

En la mansión, las cosas se habían tranquilizado mucho. Heinrich cada vez se apasionaba más con Aurora. Se acostaba en su cama a pensar en ella. Todas aquellas nubes de ideas que tuvo al conocer una mujer en los libros tomaban forma ahora. Todas las melodías que idealizó que pertenecían a la voz femenina ahora las había convertido en una sola. Sus fantasías cobraron vida con aquella personita que acompañaba sus días.
Ella se maravillaba con él. Era su héroe, su mundo, todo lo bueno que conocía. Nunca le preguntó de su pasado y ella nunca le contó. Para ambos, lo mejor era el ahora. El barón ilusionaba su vida, lo veía como la persona más valiente y decidida. Nunca hacía nada sin él saberlo y él nunca le decía hacer algo innecesario. Surgió una química, sus vidas querían estar juntas. Ella se conformaba con estar junto a Heinrich y cumplir con sus expectativas, mientras él solo confiaba en sus palabras y ojos. Fue una doble dependencia, cada uno necesitaba una parte del otro.
Estaba él pensativo en su cama acostado y ella en una esquina de la habitación leyendo cuando un mensajero dejó el telegrama. Al enterarse del duelo ofrecido, Heinrich aceptó sin muchas opciones.
Comenzó a preparar su viaje, solo irían el conductor, Aurora y él. Él sabía que se enfrentaría a un viaje peligroso y que pondría la vida de su compañera en manos de su padre.
Varios días de viaje, solo árboles alrededor. El silencio se volvía insoportable en la larga travesía. Aunque, por lo que vino luego, era preferible el silencio.

Barón Ojos de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora