-Ay, Lilith, no puedo más.- decía Aurora caminando de un lado a otro y agitando el ramo de rosas blancas en sus manos.
-¿Cuál es el nervio? Si lo amas, solo tienes que decirlo y listo.- dijo la joven baronesa arreglando como podía el velo de la inquieta chica.
-Estoy tan nerviosa... ¿Y si...?
-Lo que sea que vayas a decir, no lo digas.- la rubia la detuvo tomándola por los antebrazos.- Deja ya esos nervios. No tienes por qué estar así.- la campesina bajó la mirada.- Aurora, mi hermano te ama más que a cualquier cosa en el mundo. Y tú lo amas a él. ¿A qué le temes?
-Nunca antes he hecho esto.- dijo sin percatarse que de tanto movimiento ya el ramo estaba perdiendo pétalos.
-La gente se casa una vez en la vida, Aurora. Y nunca saben si están listos hasta que dicen acepto... o al menos eso me cuentan mis amigas. Ahora ven, debo arreglar tu maquillaje. Así que quédate quieta.-Pero, mamá, no puedo calmarme. Me siento...- se afloja el cuello de la camisa.- acalorado.
-Heinrich, tienes demasiado nervio encima. ¿Qué te tiene así?
-Que yo le propuse la boda, mamá, y ahora soy yo el que no sabe qué hacer del miedo.- la baronesa se puso de pie de la butaca y tomó los hombros de su hijo.
-Cariño, como mujer te digo que dejes esa histeria para tu futura esposa. Si conozco bien de esto, ella debe estar ahora mismo en plena crisis de novia.
-¿Tú crees, mamá?- dijo el muchacho sonriendo con ternura al imaginar algo así.
-Estoy tan segura como que soy tu madre.- rió ella.- Anda, vamos ya para la iglesia.-Ay, no, Lilith, siento el corsé muy flojo. Aprieta más el cordón.
-Es la tercera vez que me lo pides, Aurora. No vas a poder respirar si sigues así.- le termina de colocar el velo sobre el peinado de alta cebolla y lluvia de algunos rizos.
-Temo que algo salga mal por mi culpa.
-No va a pasar nada, señorita. Deje ya esa idea y vamos a la iglesia.
-¡¿Qué!? ¿Qué hora es? Todavía me falta...-la chica se puso a correr por todos lados hasta que la noble le dirigió el espejo de cuerpo completo hasta ella.
Aurora se detuvo en seco al ver su reflejo. El vestido blanco de algodón con encajes de flores y perlas incrustadas moldeaban la figura de la chica haciéndola ver esplendorosa. El velo, aún hacia atrás, caía sobre sus rizos y se combinaban perfectamente con la corona de flores que lo portaba. Las zapatillas, que al principio le resultaron incómodas, se acoplaron con gracia a sus rústicos pies, dándole una sensación de caminar sobre una nube. Se veía hermosa y, por primera vez, se sentía hermosa.
-Te ves divina, Aurora.
-Gracias, Lilith.- vuelve a mirarse y suspira con pesadez.- Aunque debo parecer tonta si me estoy poniendo tantas cosas lindas para alguien que no me verá.
-No digas eso. Heinrich sabe muy bien lo hermosa que eres. Y eso también lo hizo tomar esta decisión.
-¿Tú crees?
-Estoy tan segura como que soy su hermana.- ambas chicas rieron hasta que se escucharon los toques de la puerta.
-Adelante.- dijo Aurora un poco más relajada.
-Disculpe la interrupción, madame, pero el cochero dice que ya van atrasadas diez minutos.- las dos jóvenes enloquecieron en preparativos antes de correr escaleras abajo y entrar aprisa en el carruaje nupcial.-Llega tarde... ¿Habrá pasado algo?- el muchacho estaba apretando sus guantes blancos en sus manos con tanta fuerza, que ya no formarían parte de su traje para cuando comenzara la ceremonia de lo arrugados que estaban.
-Heinrich, todas las chicas llegan un poco tarde. De seguro se distrajeron con el maquillaje o algo parecido.- lo trataba de calmar su madre.
-Me preocupa...- la baronesa miró a la entrada de la iglesia cómo un carruaje se había detenido en la entrada.
-Pues, no temas más, hijo mío. Tu futura esposa acaba de llegar.
Aunque el camino hasta el altar era largo, para Aurora duró los pocos segundos que la marcha nupcial se escuchó. Detrás de ella, Lilith sostenía el velo con una mano y dejaba caer pétalos de rosas con la otra. Aurora miró a su alrededor como la luz del día atravesaba las innumerables vidrieras de la catedral y muchos recuerdos llenaron su mente. Notre Dame, fue el lugar que escogieron para casarse porque también fue el sitio pactado para el duelo, el lugar que les dio acogida, el lugar donde fue abandonada por él. Pero eso quedaba atrás, comenzarían una vida juntos y esos recuerdos serían parte de la historia que se les cuenta a los niños al decir "cómo se conocieron mamá y papá".
Heinrich, en cambio, estaba complacido. Escuchar esos nerviosos tacones por el suelo resonando en el eco tan característico de esa construcción lo llenaba de placer. Su chica estaba ahí, se acercaba a él, y estaba tan nerviosa como él por la locura que estaban a punto de hacer. Sintió su aroma, aunque el perfume de rosas se empeñara en ocultarlo. Sabía que estaba ahí, frente a él y sabía, de alguna manera, que le estaba sonriendo.
-El día de hoy, ante los ojos de Dios, estamos celebrando la unión de estas dos almas en sagrado matrimonio.- anunció el clérigo ante los novios.- Yo mismo he sido testigo, y lo declaro ante el señor, del amor de estos jóvenes, los cuales nunca dudaron en entregar su vida al otro o incluso darla por el otro. Estos jóvenes, que superaron la distancia, el olvido y hasta la muerte, son bendecidos por esta iglesia.Durante la ceremonia, Lilith vio a su madre derramar varias lágrimas de felicidad. Se acercó a ella y tomó la mano de su madre.
-Tú misma dijiste que nunca fue capaz de ver el mundo y, mira, vio el amor.
-Sí, hija mía. Vio el amor.El clérigo abrió su libro y comenzó con la tradicional promesa.
-Primero tú, querida.- dijo a la novia.
-Yo, Aurora Berg,- suspiró y luego retomó sus palabras.- te tomó a ti, Heinrich von Thyssen, como mi legítimo esposo, para cuidarte y quererte, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte nos separe.- tomó del cojín que le ofreció una monja el anillo y se lo colocó al muchacho en el dedo.
-Tu turno, hijo.
-Yo, Heinrich von Thyssen, te tomo a ti, Aurora Berg, como mi legítima esposa, para cuidarte y quererte, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte nos separe.- la monja puso el anillo en las manos del muchacho y este le agradeció susurrando, luego le puso el anillo a la chica sonriendo.
-Si alguien se opone a esta unión, que hable ahora o calle para siempre.- el silencio se hizo presente.- Pues, proseguimos. ¿Aurora, aceptas a Heinrich como tu legítimo esposo?
-Acepto.- dijo sonriendo sonrojada.
-¿Heinrich, aceptas a Aurora como tu legítima esposa?
-Acepto.- asintió orgulloso.
-Con el honor que me concede esta iglesia, los declaro marido y mujer.La algarabía no pudo ser mayor, pues todos los sirvientes y amigos de la familia fueron invitados a la boda. Todos los que allí estaban lanzaban flores y sombreros para celebrar mientras sonaban las campanas en lo alto de Notre Dame. Los novios se besaron apasionadamente ante el cura, el cual desvió la vista haciendo una cruz en su pecho. La pareja salió caminando por la alfombra de la iglesia mientras los invitados les lanzaban el tradicional arroz de la prosperidad. Bajaron las escaleras juntos y luego llegaron al carruaje. Heinrich subió primero y luego Aurora se quedó sobre el escalón agitando el desecho pero aún válido ramo. Las mujeres se colocaron en posición a atraparlo y la novia lo lanzó. Las cosas del destino hicieron que diera en la mano de una de las estatuas y cayera sobre la cabeza de Lilith.
-¿Esto cuenta, mamá?
-Sí, Lilith, cuenta igual.
La rubia agitó el ramo feliz con la cabeza llena de pétalos rotos. Despedía, como todos los demás, al carruaje blanco que se alejaba con los novios adentro.-Bien, baronesa von Thyssen, ¿qué tal le sienta la nobleza?- ella se quitó el velo y los zapatos.
-No me importa mucho, tú siempre serás mi barón.
-¿Qué hice para merecerte, mi hermosa Aurora?
-Aventurarte a salir de casa y seguir el canto de una mujer en el bosque.
-Cierto...- la tomó de la cintura y la besó con fuerza.- y lo volvería a hacer siempre.
Ella le aflojó el cuello de la camisa y él se las ingenió para zafar el corsé. Lentamente se fueron despojando de la boda y consumaron la Luna de Miel aún en el carruaje. Comenzaban una nueva vida juntos, y esta vez, sería para siempre.
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Barón Ojos de Plata
RomanceDos almas tan diferentes unidas en una sola desgracia. El amor se pone de manifiesto como único recurso para evitar la muerte, pero... ¿no el olvido? (Historia original, prohibida su copia, así como el uso de sus personajes o trama. Gracias por su a...