Niña Pelo de Miel 3

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Al traer a los equinos, se pusieron en marcha. Aurora estaba muy nerviosa, era su primera vez sobre un animal de esos. Heinrich estaba atado a una soga de ella y avanzaba detrás. Pasaron dos días parando apenas en ríos y árboles frutales.
En las lejanías se divisaba París, faltaría quizás un día para llegar.
-¡Barón, ya lo veo! ¡Es París, es París!-le anunció emocionada ella. Él se limitó a sonreír con dificultad. Ella lo miró entusiasmada, sin embargo solo vio caer al muchacho de su potro.
Se detuvo al instante y fue en su ayuda. Al tratar de incorporarlo, notó lo húmedo de su chaqueta.
-Barón, ¿por qué no me dijiste que estabas herido?
- Aurora ..., no quería... preocuparte...
-Y, ¿tú eres tonto? Me tienes preocupada ahora y eso es peor. Te pude ayudar...-ella comenzó a llorar.
-Ey, ey, ey... No llores, no fue tu culpa. Esto es algo que enfrento solo.
-¡Pero tú no estás solo! Si querías que estuviera a tu lado, no es solo para ser tus ojos, soy tu apoyo, tu verdad. La única persona que no te defraudará. Por favor, confía en mí. Solo quiero lo mejor para ti.
-Revisa mi herida, si no está muy mal, nos pondremos en marcha. Si llegamos a París en una día, tendré tiempo suficiente para que me revise un doctor.
-Bien, pero espero que esta sea la última vez que me ocultas algo.
-Te lo prometo, mi querida Aurora.
Su herida era pequeña, pero por el poco cuidado, había perdido mucha sangre. Unas vendas improvisadas alrededor y a galopar. El segundo caballo iba sin jinete, pues Aurora no se quiso separar de él. Lo llevaba semiacostado, con su cabeza apoyada en su pecho. Le acariciaba los mechones rubios con ternura, mientras él se deleitaba con su olor y su respiración.
-Barón, ¿cómo aprendiste a moverte por la mansión sin chocar con nada?
-Tuve que acostumbrarme al lugar en el que estaba cada cosa, pero con el tiempo supe que cuando tengo un objeto frente a mí el sonido que emita se corta.
-Es impresionante. No lo has probado hacer con personas, ¿verdad?
-Es muy distinto, pero no estaría mal algún día.

Llegaron a París, se hospedaron en un hotel de poco costo. Aurora estuvo en busca del mejor médico que pudiera encontrar. Heinrich fue suturado y vendado sin problemas por un doctor diestro en su tarea.
-Debe de quedarse en cama por lo menos una semana. Si se mueve mucho corre el riesgo de que la herida se vuelva a abrir. Cambie las vendas cada ocho horas.-diagnosticó el hombre y se retiró.
-Barón, ¿qué harás? ¿Cómo te enfrentarás a tu padre en ese estado?-preguntó ella preocupada.
-No sé cómo piensa mi padre, puede que esté planeando una emboscada o que crea que nos mataron los maleantes. Como sea, hay que estar allí dentro de tres días.

Barón Ojos de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora