Despertar Sol de Noche 1

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-Barón, barón, por favor, despierta.-escuchó él a lo lejos.
Lentamente abrió los perlados ojos acompañado de un quejido corto. Sintió una mano en su pecho que detuvo su impulso de levantarse.
-Ni se crea que lo voy a dejar moverse.-le dijo una voz que escasamente le sonó familiar.
-¿Quién es? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Aurora?-no dejaba de preguntar el muchacho.
-Calma. Su chica está descansando en la otra habitación. Estuvo toda la noche y todo el día cuidando de usted. Me contó que se desmayó en la calle. Ella lo trajo y se quedó velando su fiebre, cambiaba las compresas y el agua constantemente. No quería que nadie más se quedara, pero el sueño le ganó.
-Y, usted es...
-Soy la responsable del hotel. Me dio lástima al principio su chica, solo lloraba al verte así. Sus ojos decían mucho, pero, sobre todo, lo mucho que se preocupaba por su vida.
-...ella...-cerró su mano derecha recordando la silueta de aquel rostro- Ella es preciosa. Su cara parece la de un ángel. No puedo pensar que haya en el mundo ser más bello que Aurora.
La mujer calló, solo escuchaba el desahogo de adolescente enamorado de aquel delirante y herido joven. No notó que en la puerta se encontraba la provocadora de esas maravillas.
-Ella no tiene nada de especial. Lamento mucho decirle que su ceguera lo engaña, muchacho. Su chica es solo una pueblerina cualquiera que si tiene oportunidad, le reclamará dinero por salvarle.
El barón se enfureció por aquellas palabras tan burdas. Como pudo se sentó en la cama, sus ojos miraban al frente, pero sus manos atinaron a las ropas de la señora al costado de su cama. La sostuvo con tal fuerza que la asustó.
-Escúcheme bien, señora. Me da igual quién sea usted, se retracta ahora mismo de lo que dijo. Esa chica me ha salvado la vida dos veces, arriesgó la suya por ser mis ojos, es la persona más humilde que se puede encontrar, cumple por completo su promesa de ser mi mano derecha y mi compañera todo el tiempo. Jamás ha pedido otra cosa que no sea por mi bienestar, es curiosa, inteligente y sincera. No necesito más de ella, así es perfecta.
Esas palabras conmovieron a la directora, pero por la amenaza a esta, la chica reaccionó.
-Barón, por favor, déjala. No pasa nada. Yo no me molesto por eso.-el muchacho soltó a la mujer.
Esbozó una sonrisa desde el fondo de su alma. Aurora estaba ahí, su voz melodiosa hizo vibrar su vida y sus pasos ligeros acelerar su pulso. La señora se retiró de la habitación cabizbaja y la chica se sentó en la cama, a su lado.
-Mi niñita, mi Aurora, te extrañé...-suspiró el muchacho levantando su mano para volver a regocijarse con su textura de placer convertido en ninfa de sus sueños.
-Barón, no vuelvas a dejarme sola. Ya no soy nada sin ti. Si te pierdo, yo... yo muero...
-No, mi querida chiquilla, no voy a morir. A partir de ahora vamos a estar más juntos que nunca.
-¿Qué pasará ahora? Pueden acusarte por asesinato.
-Piénsalo bien. Muerto por un disparo, y le ha disparado un ciego. No tiene mucho sentido para los ignorantes. Sé que voy a tener que rebajar mi persona como inútil para moverme y hacer las cosas, pero también quiero demostrar mi capacidad de llevar los negocios de la familia a pesar de eso.
-Yo no soy nada buena con las cosas de juicios y eso.
-Si lo peor ocurre, tendrás que ser fuerte y confiar en mí.-le dijo sosteniendo su mano.
-Confío en ti con mi alma, solo dime qué debo hacer.
-Si el sirviente de mi padre se presentara como testigo, estaremos acabados, sin embargo, podemos decir que eres muda. Así no podrás contar como testigo ni guía auditiva.
-Entonces, no puedo decir nada, ¿verdad?-preguntó ella un poco atemorizada.
-Exacto. Pero si ocurren los tan llamados accidentes casuales, piensa siempre que puede pasar algo que atente contra tu silencio, ya sea a ti..., o a mí.-comentó él muy serio.
-Yo debo tener alguna forma de comunicarme contigo incluso allá. Si pasa algo, quiero ser capaz de que lo sepas.
-Cascabeles.
-¿Qué?-se sorprendió ella.
-Usa cascabeles, eso me dirá dónde estás y si te pasa algo sabré actuar a partir del sonido.
-Genial, puedo hacer unos cuantos brazaletes de ellos. Y una tobillera, por si acaso.
-Bueno, nos estamos precipitando un poco, pero nunca están de más tomar medidas. Debemos ser "precasores".
-¿Qué?-rió Aurora- ¿Qué es eso de "precasores"?
-Una palabra nueva. Precavidos y previsores.-sonrió el barón.
Por mucho tiempo había extrañado su risa. Aquellas carcajadas le resultaron sobrecogedoras. A su alrededor podía caer el mundo, que él solo tenía atención para ese minúsculo momento de placer de escucharla reír.

Barón Ojos de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora