Aunque su herida le impedía moverse bien, al día siguiente el joven comenzó a caminar con paso firme, siempre de la mano de su compañera. Sus ropas estaban relucientes y su voluntad era tan fuerte como un diamante. Su expresión se quedaba seria a momentos, como si estuviera planeando algo.
-En qué piensas, barón.
- Aurora, si llega un momento en el que tu vida corra peligro, quiero que cumplas una sola orden por mí.
-Si esa orden atenta contra tu seguridad, entonces...
-Quiero que escapes.-la interrumpió- Que te vayas corriendo lejos y olvides todo lo que viviste conmigo.
-¿Qué?-se sorprendió ella.
-Al fin y al cabo, solo estás cumpliendo las locuras y caprichos de este joven barón que perdió su derecho a su linaje por nacer siendo...
El silencio se hizo cuando el suave roce de sus pequeñas manos hicieron contacto con el rostro de él. De la mejilla a los ojos, de las cejas a la frente, del cabello a su nariz y de la barbilla a sus labios. Dejó posado un dedo sobre estos un instante y acercó su boca haciendo un típico sonido.
-Shhhh, calla, barón, no pienses que me obligas. Yo soy tuya, puedes hacer conmigo lo que te plazca, pero no lograrás apartarme de ti con una orden.
-Si es así, entonces vamos juntos y enfrentemos al demonio mañana en la noche.Estuvieron rondando la catedral por la mañana, ella se impresionaba con la cada obra de arte en la estructura de la famosa Notre Dame. Todos los detalles, por mínimos que fueran, llegaban a él a veces de forma muy descriptiva y otras en divagaciones de la imaginación de su compañera. Era sublime para el joven, pero, a la vez, sabía que pronto acabaría. Cuando él se enfrentara a su padre, ella se iría. Su mente le decía que la dejara porque podría morir, pero su corazón la quería cada vez más cerca, al punto de verla y aprender cada centímetro de su cuerpo.
Ella estaba dispuesta a permanecer al lado de su barón, no lo abandonaría. Una fuerza más grande que ella se lo impedía, era una unión, un lazo invisible que la mantenía atada a él.
En el hotel, mientras el muchacho descansaba en su cama, ella vigilaba una ligera fiebre de él.
-¿Por qué no puedes pensar que saldrás victorioso?
-Es muy raro que yo pueda plantarme frente a mi padre y sobrevivir. Él no quiso matarme cuando nací, porque ya estaba anunciado el nuevo barón.
-¿Qué ocurriría si tu padre muere?
-Si mi hermana aun no se ha casado, la fortuna pasa al mayor de los hijos, es decir, yo. Y para mí, la herencia es lo de menos. Quiero matar a ese demonio sin alma, por haberme desterrado de mi derecho en la familia, de ser una persona normal, y sobre todo, de privarme por tantos años de conocer algo tan hermoso y encantador como tú.
-Barón, en tus manos estará la decisión. Solo tú podrás descubrir si eres capaz o no de hacerlo. No te sientas mal por lo que elijas, yo me quedaré contigo por siempre.
Aurora le colocó en sus manos una pistola envuelta en una tela.
-¿De dónde sacaste eso, Aurora?-dijo Heinrich sorprendido y a la vez asustado.
-Se lo quité a uno de los maleantes que nos atacaron, creo que le quedan tres balas.
-Sabes que esto solo empeorará las cosas.-su expresión se ensombreció.
-Sí, pero si tu padre te quiere muerto, algo debes tener para impedir que lo logre.
El muchacho se quedó algo pensativo. Su compañera tenía razón y no lo quería aceptar. Esta era la guerra... y el ganador sería el que quedara vivo a la medianoche.
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Barón Ojos de Plata
RomanceDos almas tan diferentes unidas en una sola desgracia. El amor se pone de manifiesto como único recurso para evitar la muerte, pero... ¿no el olvido? (Historia original, prohibida su copia, así como el uso de sus personajes o trama. Gracias por su a...