Niña Pelo de Miel 2

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Cuatro hombres se acercaron a caballo, el carruaje estaba indefenso. A patadas lograron derribar el transporte asustando a los caballos, los pasajeros cayeron y fueron sacados por la fuerza de éste. Los maleantes los amenazaban con cuchillos y pistolas, el conductor recibió un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente. Aurora tomaba la mano de Heinrich con gran miedo.
-Sólo a la chica, el muchacho es problema del barón.-le advirtió el jefe al resto de los hombres.
-¿El barón? ¿Mi padre los ha mandado a hacer esto?-gritó enfurecido el joven.
-Barón, son cuatro, no puedes con todos ellos.-susurró ella a su compañero.
El jefe la agarró por el pelo, alejándola del chico. Éste explotó de soberbia e impotencia. Se levantó y se abalanzó hacia donde supuso estaba el jefe.
-Más a la derecha!-gritó ella para guiarlo.
Heinrich atinó al maleante y lo lanzó lejos de un puñetazo. Los otros tres lo atacaron, lo agarraron contra el suelo. Aurora aprovechó su distracción, tomó una roca y la lanzó contra el matón que sujetaba el brazo derecho del muchacho. Al sentirse libre, él no dudó el golpear también al que sujetaba su brazo izquierdo. Por la distracción del último, logró zafar sus piernas y darle una patada en el pecho. Cada vez que uno caía, la chica lo golpeaba con la roca. Tras la pelea, los cuatro hombres quedaron inconscientes y la pareja sin transporte y un poco magullados.
Trataron de despertar al conductor, pero el golpe en su cabeza le dio muerte casi al instante. El carruaje estaba volcado hacia la derecha y los caballos rondaban el camino.
-¿Qué haremos ahora, barón? Nos faltan seis días para llegar a París a tiempo. No tenemos transporte y estamos en medio de la nada.
-No te asustes, Aurora. Vamos a pensar en frío. Dime qué ves.
-Frente y detrás de nosotros se extiende un camino, y a los lados solo hay árboles.
-París queda al este, es por la mañana aun, así que solo seguiremos el camino en dirección al sol. Cuando partamos, verifica el sentido de orientación que tienes en tus ojos. Memoriza cada detalle, cada mínima cosa que te haga recordar el camino de regreso si nos perdemos.
-¿Caminaremos hasta París?
-No, iremos a caballo. Toma dos de los que se escaparon, los más fuertes que veas. Como estamos en medio de un bosque, no debieron ir muy lejos.
Aurora fue en busca de los animales, mientras Heinrich revisaba sus ropajes. Había un líquido que empapaba su chaqueta en la zona del abdomen. Se percató de una herida que tenía, pero hizo lo posible por ocultarla para no preocupar a su compañera.

Barón Ojos de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora