Sangre Lágrima de Primavera 4

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Luego de unos días, Lilith se había encargado de nunca dejar a Aurora sola. La enseñaba a leer o a bordar, o se ponían a cantar juntas mientras la joven baronesa tocaba el piano. La campesina se sentía muy a gusto con su nueva amiga. Eran muy unidas y en muchas ocasiones también tenían charlas con la madre de Lilith. Todo era muy acogedor para Aurora, pero esas alegrías se apagaban al ver de lejos al joven que tanto amaba.
Ella quería negarlo, pues aun estaba dolida de la última conversación, pero siempre que lo veía de lejos por la casona, sentía que en su cuerpo algo se encendía, como una corriente que encendía su sangre.
La nieve comenzaba a derretirse y algunas aves ya regresaban para anidar. De vez en cuando, la campesina pedía que la dejaran sola para caminar por el jardín de la mansión. No era solo por disfrutar de andar o el paisaje, sino también porque sabía que Heinrich no se arriesgaría a ir por ella cuando parte de las afueras de la mansión tenía un cañón de casi quince metros de altura. Desde que el invierno soplaba sus tormentas, Aurora descubrió que la nieve lo cubría lo suficiente como para provocar un silbido. Le gustaba ir a escucharlo y olvidarse de todo lo demás en el mundo.
Heinrich, por su parte, le pedía una y otra vez a su hermana que le dejara hablar con Aurora, pero esta se negaba rotundamente.
-Por favor, Lilith.
-No, Heinrich. No me importa lo que digas o hagas, no me arriesgaré a que la lastimes otra vez. Está logrando olvidarte, así que no le hagas más daño.
-Lilith, quiero disculparme con ella. Estoy más que consciente de mis errores, por eso quiero enmendar lo que hice.
-¿Cómo puedo creerte ahora, hermano, después de todo lo que le has hecho a esa pobre chica?
-Porque todo lo que hice, aunque fueran errores, fue pensando en su bienestar y en el amor que tengo por ella.
La chica se quedó unos segundos pensativa, a pesar de todo lo que había ocurrido, era cierto lo que su hermano decía. Todas sus acciones y palabras estaban apoyadas en su intento fallido de protegerla, pero era por amor. Lilith suspiró y miró fijamente al muchacho.
-Escucha, Heinrich, ella tiene muchas cosas en su cabeza ahora. Entiendo tus intenciones, pero no puedes pretender que te perdone de la noche a la mañana.
-Lo sé, Lilith, pero... Qué puedo hacer si quiero recuperarla?
Aunque había abierto su boca para hablar, la joven baronesa vio sus palabras cortadas por un estruendo muy conocido.
-¿Truenos? -preguntó él.- ¿Acaso llueve? - su hermana se acercó a la ventana y apartó la cortina para poder ver.
- Y a cántaros. Qué extraño. Estaba soleado en la mañana... ¡Oh, no!
-¿Qué pasa, Lilith?
-¡Es Aurora! Seguro está aun afuera en el jardín, cerca del cañón. Con esta lluvia tan fuerte...- vio al joven salir de la habitación a paso rápido. -Heinrich, ¿a dónde vas?
-A buscarla. -dijo él con convicción buscando en un armario de los sirvientes una cuerda y atravesando el rollo en su cuerpo.
-¡¿Estás demente?! Te perderás o te puedes caer por algún lado. -ella lo seguía intentando convencerlo de desistir.
-Ella no merece pasar por más dolor. Por una vez... Yo seré quien sufra por el otro. -se encaminó a la puerta asegurándose de tener un cuchillo en el bolsillo.
Lilith se apresuró a tomar una capa para cubrirse y corrió hasta la puerta tomando del brazo a su hermano para detenerlo.
-Iré contigo. -el barón se volteó hacia ella.
-Lilith, mi querida hermana. -la abraza dejándola sorprendida.- Tampoco merezco una hermana como tú. No sabes lo feliz que me hace que me quieras acompañar.
-Heinrich...
-Pero no puedo correr el riesgo de que Aurora nos pierda a ambos. -el abrazo se convirtió en un sucio truco para despojar a la chica de la capa.
Él salió corriendo bajo el torrencial aguacero, el cual se intensificaba cada vez más.
-¡Heinrich, espera! ¡No! -su hermana trató de seguirlo, mas la lluvia era tan fuerte que no se distinguía ni medio metro de distancia.-¡Heinrich! -ese grito, a pesar de obligar a su proceder a doblar su cuerpo por la intensidad, fue opacado por la fuerza de las gotas al caer.

Barón Ojos de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora