Capítulo 6: Problemas en casa

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Normal

Ladybug y Chat Noir peleaban contra una mujer que se hacía llamar la Emperatriz. Su poder principal parecía ser hacer que la gente obedeciera sus órdenes como si se trataran de súbditos de verdad. Sólo tenía que dispararles un rayo con un cetro, donde probablemente estaba el akuma. Incluso había conseguido hacer que la obedecieran algunos objetos, obligando a un árbol a crear una jaula para detener a Ladybug y Chat Noir.

-¡Si no obedecía a mis padres mucho menos te obedeceré a ti!-Gritó Chat Noir divertido mientras esquivaba los rayos. La mujer gruñó enojada.

De pronto el anillo de Chat comenzó a parpadear. Había usado su cataclismo momentos antes justo para liberarse de la jaula de ramas.

-¡Dame un momento y volveré!-Exclamó Chat mientras saltaba del techo de donde estaban y se refugiaba en un callejón lejos de su rival. De su bolsillo sacó el bocadillo habitual para Plagg, dándose a sí mismo un respiro.

-¿Soy yo, o los akumas son más fuertes cada vez? Sus poderes tienen un alcance mucho mayor, y pueden hacer cosas más peligrosas que antes-Dijo Adrien tratando de ganar su aliento de vuelta.

-Hawk Moth está mejorando y aprendiendo con el tiempo. A la par que crecen ustedes crece él-Respondió Plagg tragándose de una sentada su queso.

La batalla comenzaba a acercarse muy rápido hacia donde Adrien estaba y Plagg aún no estaba listo para transformarse de nuevo, por lo que Adrien lo tomó bruscamente y lo metió en el bolsillo de su chaqueta para poder salir corriendo.

-¡Te ordeno que me ayudes a detener a Ladybug!-Gritó de pronto La Emperatriz. Adrien miró en su dirección justo a tiempo para esquivar uno de los rayos de la mujer.

Hawk Moth, por su parte, estaba en su guarida tratando de detener a La Emperatriz de hacerle daño a su hijo, pero ella era una heredera malcriada, acostumbrada a que los adultos hicieran lo que ella quisiera y no viceversa. Su akuma había llegado cuando sus padres decidieron quitarle las tarjetas de crédito, y por su odio a la autoridad no le hizo caso a Hawk Moth.

-¡Adrien, sal de la calle ahora!-Gritó Ladybug en cuanto lo vio. Eso pareció darle una nueva idea a la Emperatriz.

-¿Es amigo tuyo?-Preguntó ella, y luego miró al edificio más cercano a Adrien-¡Derrúmbate!

El edificio obedeció las órdenes de la mujer, y de inmediato se derrumbó, aparentemente atrapando a Adrien entre los escombros.

-¡No, Adrien!-Exclamó de inmediato Hawk Moth desde su guarida.

Sin embargo y por pura suerte, Adrien había conseguido protegerse a sí mismo saltando al interior de otro edificio. Se tomó un minuto para respirar aliviado y Plagg salió de su bolsillo, luciendo también algo sorprendido.

-Sería un buen momento para transformarte-Dijo Plagg, y Adrien asintió aún en shock.

Una vez transformado, Adrien abandonó el edificio y se dirigió a buscar a Ladybug, quien estaba desesperada tratando de mover escombros tratando de rescatar a alguien que no estaba ahí.

-¡Hey! Adrien Agreste está bien. Lo empujé fuera del alcance de los escombros-Le dijo Chat mientras le tomaba los hombros. Ella pareció aliviarse, y lejos en su guarida, Hawk Moth dejó escapar un suspiro de alivio.

Ladybug invocó su Lucky Charm, y consiguió un letrero que decía "¡50% de descuento!" Ladybug inmediatamente lo pegó en el costado de una tienda, exitosamente atrayendo la atención de la villana y consiguiendo que soltara el cetro para poder abrir la puerta de la tienda. De inmediato Chat Noir usó el cataclismo para poder destruirlo, y la chica se transformó frente a ellos.

-¡Lo hicimos!-Exclamaron ellos chocando los puños.

Sin embargo en sus casas los dos héroes tenían sus propias batallas que librar.

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Hawk Moth se transformó a su apariencia normal y caminó nervioso a su estudio. Se sentó en el sillón y se apretó el puente de la nariz. Había puesto en peligro la vida de Adrien de nuevo, y no tenía certeza de que estuviera bien. Sus akumas ponían en peligro la vida de su adorado hijo y no podía dejar que nada malo le pasara. Había llegado muy lejos, y era hora de poner a Adrien a salvo de cualquier forma u otra.

Comenzó a redactar un email a la escuela en la que Adrien estudiaría en Estados Unidos. No podía dejar que su hijo estuviera en Francia un minuto más.

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Tom Dupain estaba en casa viendo las noticias con su esposa. Nuevamente un akuma había atacado la ciudad y había sido vencido por Chat Noir y Ladybug. Marinette no respondía su teléfono y sus padres estaban esperando nerviosos en su casa.

-Va a estar bien. Estaba con el guardaespaldas de Adrien, ¿no?-Preguntó Sabine mientras trataba de calmar a su esposo.

Para despejarse de sus nervios, Tom subió una cesta de ropa recién lavada al cuarto de su hija para poder dejarla ahí. La puso sobre el escritorio, preguntándose por qué diantres Marinette nunca respondía el teléfono en emergencias como esa, y mientras salía del cuarto tropezó con un objeto en el suelo.

Mientras se levantaba y se quejaba en voz baja para no asustar a Sabine, se dio cuenta de que era un fonógrafo. Él y Sabine jamás le habían comprado un fonógrafo a Marinette, mucho menos uno tan antiguo y de aspecto tan caro. Había un pequeño post-it pegado a la tapa que decía "Combinación" y mostraba el orden a presionar de los botones en la caja para abrirla.

Tom tuvo un presentimiento extraño. Su instinto de padre le decía que tenía que abrir esa caja aunque supusiera invadir la privacidad de su hija. Presionó los botones, y apareció una  una caja hexagonal de madera con símbolos de color rojo.

El hombre se sentó en la silla del escritorio de Marinette para examinar la caja, y a pocos centímetros de distancia vio una nota que tenía escrito "Ladybug". No pudo resistirlo más y la tomó para leerla. Leyó la nota una y otra vez hasta que las palabras finalmente cobraron sentido. Su hija, su única y amada hija no podía ser la heroína que todos los días arriesgaba su vida. No, no. Su hija no podía estar en semejante peligro todo el tiempo, no su bebé.

Todo comenzó a tener sentido: las ausencias de Marinette, el por qué siempre estaba cansada, por qué Marinette siempre desaparecía cuando Ladybug entraba en acción, y sobretodo el esfuerzo que Ladybug siempre hacía para proteger la panadería. Tom incluso recordó hacía seis años cuando entró al cuarto de Marinette y encontró una pelota en lugar de su hija en la cama.

Con el corazón roto, Tom miró hacia una foto en el escritorio de su hija con él y murmuró:

-Mi bebé...¿qué es lo que has hecho?

Miraculous Ladybug: Una última aventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora