Miraculous Ladybug: Una última aventura

Capítulo 9: Qué hacer

Adrien

Llegué a la Torre Eiffel en cuestión de segundos y Ladybug ya estaba ahí, dando vueltas de un lado al otro impacientemente y respirando de manera agitada. En cuanto me vio corrió a abrazarme de una manera en que nunca lo había hecho mientras lloraba fuertemente. Sentí que mi corazón se oprimía sólo de verla llorar.

-No tienes idea del problema en el que me metí, y no sé qué hacer o cómo salir de esta-Dijo ella contra mi pecho.

-¿Qué pasa mi lady? ¿Cuál es ese problema?-Pregunté. Se separó de mí y se frotó los ojos para quitarse las lágrimas. Una vez más sentí que mi corazón se oprimía, odiaba verla llorar.

-Hubo...hubo un accidente hoy mientras peleábamos con la Emperatriz. Mis padres, ellos...

-¿Están bien? ¿Les sucedió algo?-Pregunté, tratando de repasar cualquier posible solución.

-Sí, sí. Por lo menos físicamente hablando. Es sólo que...por culpa mía ellos descubrieron la caja de los Miraculous en mi habitación, y también encontraron la carta del Maestro Fu y la leyeron y...ellos...ellos saben que soy Ladybug-Lloró ella. Me sentí muy mal, porque comparado con lo mío, lo de ella era mucho peor.

-¿Y qué va a pasar ahora mi lady?

-Ellos quieren que deje de ser Ladybug de inmediato. Dios, ¡fui una completa tonta! ¡Pude haber negado todo, haber fingido demencia! ¡Pero después fui una idiota, y me transformé frente a ellos y salté por la ventana! Estaba tan enojada y...y...no estaba pensando de manera racional...ni pensé en las consecuencias, ¡y ahora lo eché todo a perder y he arruinado mi vida y ahora tengo que dejar ir a mi Miraculous!-Exclamó ella ocultando la cara entre sus manos. La abracé de nuevo.

-Hey, hey, tranquila, mi lady. Está bien, todo va a estar bien-Le dije tratando de tranquilizarla. Ella se separó de mí de inmediato y de nuevo comenzó a dar vueltas como loca alrededor de la torre. 

-¡Es que nada va a estar bien! ¿No lo entiendes? No tengo otra opción, gatito. No hay un "entrega el Miraculous o..." Simplemente es "tienes que entregar el Miraculous," ¿entiendes? Estoy acorralada, y no sé qué hacer o qué decir o qué pensar. Siempre tuve excusas para todo y creí que todo estaba bajo control y ahora nada lo está. ¡Dios! ¿¡Cómo pude ser tan tonta!?-Preguntó ella llorando aún más. Dijo otras cosas que ya no entendí. Estaba hablando demasiado rápido e hiperventilaba, por lo que entender el resto de lo que dijo era imposible. Ella sólo volvió a abrazarme y le acaricié el cabello.

-Calma, calma mi lady. Vamos a encontrar la solución a todo esto, ¿de acuerdo? Tenemos que tratar de...analizar tus opciones y ver qué puedes hacer. Todo tiene una solución si lo piensas bien-Expliqué. Ella asintió con un sollozo.

-De acuerdo. Perdón por gritarte gatito, estoy muy alterada.

-Está bien, lo entiendo princesa. Ahora dime, mi lady, ¿vas a entregarle los Miraculous a tus padres?

-Ni siquiera sé qué pensar, ¿sabes? No sé qué hacer. No quiero dejar de ser Ladybug. No puedo. Le hice esa promesa al Maestro Fu, y básicamente tengo un contrato verbal con toda Francia diciendo que voy a protegerlos para siempre, pero hay algo más allá de eso. Me gusta ser Ladybug. Me gusta saber que tengo el poder de darle esperanza a la gente y que la gente tiene fe en mí pero tampoco quiero ir en contra de los deseos de mis padres. Quiero decir, soy adulta, pero tengo miedo de decepcionarlos. No quiero desobedecerlos.

-Somos polos opuestos, mi lady. Tú no quieres desobedecer a tus padres, y yo estoy planeando hacer todo lo posible por desobedecer al mío.

-¿Por qué? ¿Qué sucedió contigo?-Preguntó ella limpiándose las lágrimas, como si su pena ya no importara y ahora fuera mi turno de desahogarme. La rodeé con el brazo.

-Mi papá cree, irónicamente, que esta ciudad es demasiado peligrosa para mí "porque Ladybug y Chat Noir son inútiles y no hacen nada" así que quiere básicamente enviarme muy lejos. Irónico, ¿no? Como soy un inútil protegiéndome a mí mismo, me están enviando a otro sitio-Murmuré soltando una risa sarcástica.

-¿Qué? Pero tú eres un adulto. Eso no es justo-Respondió ella mientras se frotaba los ojos por última vez para limpiar lo poco que quedaba de sus lágrimas.

-No, no lo es. Pero da igual, digamos que él tiene una manera muy extraña de ver la vida. Mi mamá lo detendría pero...bueno, no importa. Ya veré qué hacer y cómo arreglármelas para no irme. Quizá me mude con mi mejor amigo, pero puedo dejar que mi padre siga mangoneándome como él quiera. Tengo que actuar como un adulto de una buena vez-Dije apoyando la cabeza en mi mano.

Ella pareció quedarse pensando en lo que dije y de pronto sonrió. Se limpió el rastro de una última lágrima y se puso de pie de la manera más decidida que yo he visto jamás.

-Tienes razón. Somos adultos. Tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones. Yo soy Ladybug. El maestro Fu me eligió a mí y le hice la promesa de que yo sería Ladybug. Y eso voy a hacer-Dijo ella mientras me extendía la mano para que yo también me pusiera de pie.

-¿Qué vas a hacer?

-No lo sé. No estoy segura. Pero no voy a dejar que ellos decidan por mí. Tenemos un deber, y vamos a cumplirlo. Fue la última voluntad del Maestro Fu y quiero cumplir eso también-Dijo ella, aún esperando a que yo tomara su mano para ponerme de pie.

Me reí. Me recordaba un poco a Marinette. Una vez que se decidía por hacer algo ya no había vuelta atrás.

-¿Qué es lo divertido?-Preguntó ella, finalmente sonriendo.

-Nada, nada. Me recuerdas a alguien. Pero tienes razón. Se lo prometimos al Maestro Fu, y esto es además por nosotros. Yo no voy a ir a ningún lado-Dije poniéndome de pie con su ayuda.

-Iré a hablar con mis padres. Con suerte conseguiré meter sentido en sus cabezas. ¿Tú qué harás?-Preguntó ella.

-Veré qué sucede con mi pero. Si las cosas salen mal entonces me mudaré con mi mejor amigo, o quizá mi novia si sus padres lo permiten. Ya veremos.

-De acuerdo gatito. Te deseo lo mejor. Cualquier cosa puedes llamarme-Dijo ella mientras se acercaba. Me abrazó, me dio un beso en la mejilla y se alejó usando su yoyo para saltar por los edificios. Yo la seguí. Con suerte mi padre me escucharía al menos una vez.