Capítulo 11 - Parte II

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— ¡Ahhh! —dejo escapar un grito desgarrador antes de dejarse caer al suelo.

— ¡Nooo! — grito Logan. Intento correr en su ayuda pero Aspen lo tomó por el brazo y lo jaló contra la pared del ascensor.

Los guardias seguían disparando y varias de las bolas azules impactaron contra la pared del mismo —afortunadamente, el impacto solo generaba chispas. Los ascensores, al igual que otros lugares, eran aprueba de fuego, disparos; completamente blindados.

Sean se agacho y tomo a la joven por el abdomen, arrastrándola consigo. Un disparo exploto cerca de su cara antes de que las puertas se cerraran.

Ninguno dejo de moverse hasta que sintieron como el ascensor comenzó a moverse y los disparos dejaron de escucharse. Fue entonces cuando Logan se soltó del agarre de Aspen y se arrastro al lado de April, la cual lagrimeaba de dolor.

— April —dijo agitado, intentando consolarla.

— Me duele… me duele mucho—intento tocarse la herida, pero Sean se lo impidió.

— ¡NO! —Golpeo su mano levemente, haciéndola retroceder—. No te toques.

Aspen se acerco para observar y pudo ver como el pus salía por entre la piel roja.

— ¿Qué cosa es eso? Parece como si se hubiese quemado.

— Eso es lo que hacen las armas. —Observó a April y le dedico una mirada alentadora—. Pero no te preocupes, es superficial. Estarás bien.

— Arde… —habló entre lágrimas.

— Lo sé, se que arde pero dentro de un rato dejará de hacerlo.

Logan aferró su mano a la de la joven. No pensaba dejarla sola ni un segundo. Estaría ahí para ella hasta que se mejorara.

Sean se rompió un pedazo carbonizado de su remera y con éste envolvió la herida de April.

— Todo saldrá bien, ¿okey?

— ¿Cuándo dejara de dolerle? —preguntó Logan.

— Dentro de una media hora. No es grave. Sanara.

El joven se volteo para analizar el daño que había en su mochila. Afortunadamente no habían dañado nada importante, solo quemado un pedazo de tela. Busco dentro de la misma y saco una remera nueva para colocarse. No le gustaba andar con la ropa quemada y mucho menos… con sangre.

Todo parecía estar bien hasta que de pronto, el ascensor dejo de moverse. Todos quedaron inmovilizados, expectantes a lo que podría suceder después. El silencio reinaba en aquel pequeño lugar y lo único que se alcanzaba a oír eran las respiraciones agitadas de cada uno de los allí presentes.

— ¿Qué sucede? —preguntó Aspen, intentando no sonar nervioso.

— Vienen por nosotros —Soltó Sean con rapidez. Se levantó de inmediato y observo hacia el techo—. Aspen, ¿crees que puedes romper esa rendija?

Aspen elevó la mirada y vio una pequeña rendija cuadrada sobre sus cabezas.

— Creo que sí, pero necesitaría algo pesado.

— Usa mi mochila —dijo extendiéndosela.

Aspen la tomó entre sus manos, observo la rendija y lanzó la mochila contra la misma con todas sus fuerzas. El primer golpe no hizo mucho, el segundo tampoco pero al tercero ya empezó a separarse de un lado. Ya para el sexto se desplomó.

— Ayúdame a subir —dijo Sean observando a Aspen.

Éste entrelazo sus dedos y se incoo de rodillas. Sean coloco uno de sus pies sobre los entrelazados dedos de Aspen, los cuales le darían el impulso necesario para llegar hasta allá arriba. Debido al cansancio, le costó un poco subir y salir, pero sabía que si no se apuraba los atraparían.

E L Y S I U MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora