Capítulo 16 - PENÚLTIMO

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Llenaron un bolso con todas las armas buenas que pudieron encontrar.

Había algunas bastante alucinantes que jamás habían visto. No tenían idea de lo que hacían pero con solo observarlas podías darte cuenta de que sería algo poderoso.

Sean había sido el que decidía que armas tomar y cuáles no. Aspen y Logan solo podían decidir que armas elegir para portar cuando salieran de aquella habitación. Ambos optaron por armas bastante similares a las que habían usado anteriormente, la diferencia era que éstas eran más livianas, más estilizadas y con una potencia mayor.

— Voy a volarles la cabeza con esto. —Se burló Aspen, sosteniendo en su mano una de aquellas armas.

— Que no se te haga costumbre matar. —Respondió Logan con una sonrisa.

— No me convertiré en asesino serial… Aunque lo haría para matar a personas como éstas.

Mientras ellos seguían metiendo armas a un bolso, April se acerco con timidez al lado de Sean. Él parecía estar muy concentrado en lo que hacía, eligiendo cada arma con suma atención.

— Sean… —Preguntó con timidez, temerosa de lo que podría decirle por haberlo interrumpido, pero él pareció no molestarse.

— ¿Eh? —Le observó y por alguna razón sintió como un hormigueo le recorrió el cuerpo. Había algo en sus ojos que le provocaba aquella sensación.

— Lo lamento. Lamento haberlo arruinado todo. Sé que jamás tuve que haber salido del corredor.

— ¿Qué? ¡No!... —La tomó por los brazos con delicadeza—.  April tú no tienes por qué disculparte. Al contrario, lo que hiciste nos ayudó a llegar hasta aquí… Incluso más rápido de lo que yo esperaba.

— ¿En serio? —Se veía confundida. Por alguna razón no se le hacía normal ver que Sean actuara de una forma tan calmada con ella.

Sean soltó un suspiro, regalándole una mirada de compasión.

— Jamás fue mi intención que pensaras que eras igual que yo. —Ella apartó la mirada, identificada por aquellas palabras—. Tú lograste algo que hasta el momento yo no había hecho.

— ¿Qué?

— Sentir orgullo. —Sean leyó la incomprensión en el rostro de April—. Estoy orgulloso de ti. Y sé que pude mostrarme molesto por todo lo que hiciste pero esas cosas nos trajeron hasta aquí… Tú eres la gran heroína. Tú nos ayudaste a salir.

April no había escuchado aquellas palabras cuando Sean se las confesó a Aspen y a Logan, pero el hecho de que él tuviese que repetirlas le hizo volver a confirmar su teoría: Ella era quien los había salvado.

— Sean…

— No digas nada. Solo déjalo así. —Volvió a concentrarse en su trabajo.

— Yo también estoy orgullosa de ti. —Dijo, y por primera vez pudo ver en sus ojos verdes una chispa de felicidad—. Tú madre también estaría orgullosa de ti. Y tú también deberías de estarlo… Si no fuera por ti ninguno de nosotros estaría aquí ahora… ayudándote.

Sean bajó la mirada, encogiéndose de hombros.

— Escucha. Yo sé que pudiste ir y tomar esos documentos tú solo… Pero dentro de ti sabías que eso no sería suficiente. Necesitabas algo más… Y por ello creaste el virus. Lo hiciste para demostrarle a tu padre que eras capaz de hacer cosas inimaginables; que se equivocó cada vez que decía que eras un estorbo. Pero escucha, ya está. Ya le demostraste que pudiste despertarme, que pudiste escapar de aquella prisión… Ya no le demuestres más nada. Si tú no te sientes orgulloso de ti mismo por lo que has hecho, jamás avanzarás. Primero se empieza por uno, luego por los demás.

E L Y S I U MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora