Capítulo 26: Trasformación

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Senix

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Senix

Pude haber escapado cuando podía y ponerme a salvo y muy lejos de las sombras dark, sin embargo, no podía, el latente llamado de riesgo y peligro acechaba y producía una especie de valentía difícil de ignorar en mi. Debía ayudar, no podía simplemente irme y estar a salvo cuando sabía que podía hacer algo mas que solo una simple espectadora del desastre que se cernía sobre las calles abarrotadas de personas que rasgaban el aire con sus vigoroso gritos de terror.

Mi cuerpo se interpuso tan rápido entre las sombras dark y la mujer con el pequeño bebé que lloraba desgarrando mi alma por el simple hecho de querer ponerlos a salvo a él y a su joven madre mucho antes de mi propia seguridad, mi seguridad, de eso yo me encargaría, podía con todos estos bichos de sangre oscura que tanto daño hacían.

Ardor, fue la primera sensación anestésica y cansada que sintió mi cuerpo, mi espalda ardió tanto que pensé que mi propio fuego interno estaría jugandome una mala pasada y se atrevería a ir en contra de su propia portadora.

Pero no era fuego, eran garras que se clavaron en mi espalda a una velocidad vertiginosa que me causó un dolor horriblemente desgarrador, mordí mis labios para reprimir los gritos que querían escapar de mi garganta.

Podría ser una princesa muy inusual y poco delicada y eso hacía que la rebeldía en mi creciera, no podía dejar que este par de sombras me observaran satisfechas con mi sufrimiento mientras me arriesgaba ante todos ellos por unas vidas que seguramente para ellos eran insignificantes.

El dolor se volvió más agudo y con poca fuerza logré levantarme.

La caliente espesura que sentía a mis espaldas era de una manera inexplicablemente repugnante.

Gire mi cabeza hacia atrás y me vi cubierta de un líquido tan oscuro como la negrura del onix. Era caliente y espeso, bajaba en cascada lenta por mis hombros y espalda, manchando de insolente negrura mi vestido rojo.

Las sombras ya no estaban, o mejor dicho las que querían atacar a la joven madre, las demás que parecían emerger de la oscuridad venían en zigzag hasta nosotros, extrañamente no dañando a los demás sino que se acercaban cada ves más al punto donde me encontraba.

Cuerpos de seres sin la vida que nunca tuvieron sino más que para servir de simples peones yacían en el suelo echando llamas de un vigoroso color escarlata.

Su sangre había caído sobre mi y la pesadez comenzaba a cansarme.

―¿Se encuentra bien? ― mi vos apenas salía en un breve susurro. Agitada bajo el peso de la sangre negra que empezaba a debilitarme.

―¿Co-como… hici-ciste eso?

―Larga historia, ahora vaya hacia el edificio blanco de allá y resguardese con los otros ―indiqué a la mujer el blanco edificio que se alzaba impetuoso en todo aquel caos, allí estaría bien.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora