Capítulo 19: El latir de un corazón (1)

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El latir de un corazón, parte 1

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En algún lugar

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En algún lugar.

Sombras.

Oscuridad.

Espesas nubes cubrían el cielo grisáceo digno de evitar, la tierra negrusca y los abundantes árboles retorcidos, viejos, completamente negros y mustios hacían contraste con la penumbra en el horizonte. No se escuchaba nada más que el crujir de la tierra y ramas siendo aplastadas por pasos de entes oscuros. En los alrededores se podia divisar como las ramas de dichas plantas se retorcían queriendo atrapar alguna víctima y succionar su vitalidad. En el cielo, sombras, alas y largas colas oscuras volaban dejando a su paso un hilar de cenizas negras, un hilar de sueños rotos.

Un fénix oscuro.

Volando con toda su gloria y esplendor de un singular brillo oscurecido, un brillo parecido al negro onix.

En la lejanía del cielo grisáceo, más allá de las alturas, otros fénix sobrevolaban de manera brutal los aires. Parecían pelear entre ellos por más territorio en el cielo y la tierra. Se podía divisar los torsos desnudos de algunos de los fénix masculinos, y las largas faldas que parecían sombras desvaneciendose de chicas fénix en completo caos con otras.

El cazador oscuro que yacía de expectante de todo aquel caos no le dio importancia y siguió su camino haciendo crujir la hierva seca. Muy dentro de sí un sin fin de emociones causaban confusión, pánico y frustración acumulada. No podía entender como su hermano fue capaz de engañarlo cínicamente, pero lo que mas le molestaba y causaba repulsión, era que el fue demasiado crédulo, estúpido y sin sensatez por haber confiado en la palabra de un fénix oscuro que lo único que le satisfacía era el dolor y la tragedia de los demás. Incluyendo si era el de su propia raza oscura.

Si bien no entendía el porqué ahora se sentía blando por dentro; capaz de sentir una mínima causa de afecto dentro de su corrompido ser. Lo llenaba de curiosidad, de todas esas emociones— tontas— como el las describía, pero servibles en lo demás. Para el todas las emociones y sentimientos estaban bloqueados, no existía arma alguna, sentimiento o distracción que lo pudiera convencer a sentir tristeza, temor, alegría, satisfacción, amor...

Ese último sentimiento era el que con toda su alma oscura había tratado de bloquear, de negar a los demás. Lo único que aceptaba en su horizonte, su camino y futuro era la destrucción del Imperio de fénix de luz. ¿Pero como iba a lograrlo si estaba ensimismado en no lastimar a su futura monarca?

Esa era la pregunta que con más frecuencia se hacía, con la que más confusión y paranoia inundaba sus pensamientos retorcidos.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora