Capítulo 12: Sombras y serpientes

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Senix

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Senix

—Caminas como una tortuga, Diana.

—Voy al mismo paso de ustedes, tarado.

—Pues no se nota.

—Cállate o te rompo el hocico.

—Senix te contagió eso, ¿verdad?

—Cuando está furiosa suelta tremendas palabrotas. Esas son las más suaves que recuerdo.

—Esa niña parece un ángel de cabello rojo, ¡pero es un demonio!

—Te está escuchando, ¿sabes? Y si salimos de esto probablemente después te usará como saco de boxeo.

—Esos dos son tan insoportables que me encantan—Jhon nos dijo a Leo y a mí.

Le sonreí.

—Te los regalo.

—Mejor préstamelos. No creo aguantarlos por toda mi larga vida.

—¿Entonces por unos cuantos días te parece bien?

—¡No somos cosas! ¡Deja de negociar con nosotros!—se quejó Diego en tono de burla, empujándose con Diana.

Seguimos caminando con Lumina como guía adelante de nosotros. Jhon se me arrimó por el lado izquierdo, bajando un poco la cabeza a mi altura.

—Ellos son graciosos, Alteza, pero ¿permites que te llamen "demonio" como si nada?

Lo miré confundida.

—Es solo en broma.

Y eso que Diana y Diego se referían solo a mi modo de ser. No a mi estado apocalíptico de niña en llamas.

Me reí y el moreno me miró con curiosidad.

—Aún así, es extraño—consiguió decir.

—Acostúmbrate—le avisé—, porque si regreso al Imperio no cambiaré nada de mí para encajar con nadie. Ni siquiera para esa aristocracia que de seguro deben tener. Si les importo supongo que me aceptarán tal cual soy.

Ambos chicos me miraron con aprobación, sonriendo a medias y diciéndome con sus diferentes pares de ojos que su lealtad hacia mí no se vería perturbada por nada ni nadie.

*
*
*

Después de andar por un buen rato, Diego se detuvo y bufó.

—Estoy cansado, por favor... Descansemos un rato.

Eso también se lo hubiera dicho a las serpientes que empezaron a emerger de la tierra y de los árboles decadentes de los alrededores, ya que dichos animales parecían haberse unido en su contra para turbar su deseada tranquilidad.

—¡Quédense juntos!—ordenó Leo—, ¡y tú, Senix, por lo que más quieras no vayas hacia ellas, espera que lleguen a ti!

—¡¿Y después qué?!—grité.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora