Capítulo 61: Muñeca Mecánica

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El alma resiste mucho mejor los dolores agudos que la tristeza prolongada.
Rousseau.

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Senix


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—¿A dónde vamos exactamente?—preguntó Jhon, batiendo sus grandes alas azules.

—Justo allá—señalé a lo lejos—, siento que algo pasará ahí.

—¿Sientes algo? ¿No será que va a llover? O quizás tengas hambre.

—No seas tonto, Jhon. Sé que hay algo  que emana una extraña fuerza justo de ahí.

—Puede que lo que vaya a surgir de ahí sea alguna estampida de jabalíes, ¿no crees?—sugirió Yudor. ¿Lo decía en broma o era en serio?

—Eh... No creo que sea eso.

—¿Segura? Puede ser, son jabalíes salvajes.

—Estoy absolutamente segura de que no trata sobre ningún jabalí.

—Podrían ser las hadas negras de Drynox que intentan inmiscuirse por el portal—dijo su hermano, Klyos.

—Esas hadas son imperceptibles—dijo Leyton—, ni siquiera sientes que se te acercan. Sólo te atacan por sorpresa y ¡bum! Ya valiste.

—Entonces tampoco es eso—dijo Klyos.

—Yo sigo creyendo que podrían ser jabalís—dijo Yudor en tono apesadumbrado.

—Hombre, ¿qué te traes con los jabalís?—lo molestó Jhon, en sus brazos llevaba abrazada a una Diana que escondía su rostro en su pecho.

—Me gustan—admitió Yudor—, son animales bastante geniales.

—Uno lo persiguió cuando estaba pequeño—confesó Klyos—. Y le mordió el trasero.

Yudor bufó.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora