Desde que desperté y hasta ahora, no había encontrado en ningún lado mis ganas de estar en un salón de clases, rodeada de chicos y chicas universitarios que aún actúan como niños de primaria, era una horrenda idea que solo hacía sentir a mi cuerpo más cansado. Pero una parte de mi me decía que no podía ser tan malo, que de todo esto algo bueno tenía que salir. Tal vez los chicos ya serían un poco más maduros y sería un lugar más tranquilo de lo que imaginaba.
Piensa positivo, niña.
Pero esa Lihana valiente de la mañana ahora se había ido y solo estaba la Lihana cansada. Estando de pie en la entrada a los pasillos me daba cuenta de que estaba totalmente equivocada acerca de los chicos inmaduros y callados que deseaba como compañeros.
El ruido de sus plásticas era incomprensible y fastidioso, algunos chicos corrían por los pasillos persiguiéndose o lanzando alguna pelota sin importarles el golpear a alguien que pasara distraído.
Por un momento me arrepentí de esto y me plantee seriamente en darme la vuelta y buscar alguna universidad en línea para evitar relacionarme lo más posible con personas, pero no, se supone que este es un nuevo día, un nuevo día en mi vida, la cual, quiero cambiar, quiero ser una Lihana nueva.
Respiré profundo y me acomodé la mochila con las dos correas en cada uno de mis hombros para comenzar a caminar entre el pasillo hasta la oficina de control escolar.
Una vez fuera de la oficina, no tuve que tocar ni nada, la puerta estaba abierta y antes de que yo pudiera entrar, una chica salió, pero ambas nos ignoramos la una a la otra. Al entrar el olor a hojas, café, perfume femenino y desodorante masculino me dio la bienvenida.
Había un mostrador de madera dividiendo por completo la habitación y detrás de ella estaban dos mujeres de traje azul marino, con un moño rojo en el cuello y peinadas con cabello suelto, las dos estaban atendiendo a los pocos estudiantes que estaban delante de ellas, así que tuve que hacer fila por unos minutos.
—Buenos días –fue lo primero que dije cuando fue mi turno
—Buenos días –la mujer me contestó de buena manera a pesar de que probablemente a esta hora ya estaba harta de atender dudas estúpidas
El mujer era de cabello negro, lacio, largo por debajo de los hombros, con ojos cafés y un intenso labial de color rojo -¿En qué te puedo ayudar?
—Necesito mi horario, me dijeron que ustedes me ayudarían a sacarlo
—Claro, dame tu nombre
—Lihana Monaghan
La mujer se sentó en una silla negra de imitación cuero y tecleo en la computadora. Mientras ella sacaba mi horario, yo miraba a la puerta, viendo como maestros y estudiantes caminaban de un lado al otro entendiendo por completo cómo eran las cosas en este lugar, menos yo. Era demasiado para mí y eso comenzaba a ponerme nerviosa, pero...
Tranquila, Lihana, todo estará bien, respira profundo y continua
Dejé de mirar a las personas y me concentré en mirar los movimientos de la mujer que terminó dejando una hoja sobre el mostrador y me explicó por dónde ir para encontrar mi salón, los números de los edificios, clase, hora, casillero y contraseña.
—¿Alguna duda?
—Ninguna
—Bien, suerte
—Gracias
Tomé la hoja y la doble.
Caminé por los pasillos buscando el que sería mi casillero por algún tiempo, eran horrendos, estaba pintados de un amarillo brillante, el más horrible que pudieron encontrar.
Mi clase comenzaba en solo 15 minutos así que tenía que darme prisa para no llegar tarde, para que me diera tiempo de encontrar mi salón y así evitarme las miradas de todos, como esas veces en las que llegas tarde y todo mundo te mira como si fuera un gran error.
Cuando encontré mi casillero, puse la contraseña en la pantalla táctil y cuando abrí, no había nada, no sé qué esperaba encontrar aquí dentro, pero de todos modos no encontrar nada fue algo decepcionante. Dejé algunas cosas que no necesitaría ahora y mientras metía las cosas a mi mochila, a unos cuatro casilleros de mí un chico con una vestimenta nada linda llegó abriendo el suyo de inmediato. Lo miré rápidamente pero no le di mucha importancia, hasta que unos chicos llegaron por la espalda empujándolo y haciéndolo estamparse con los casilleros, por eso la carpeta que tenía en las manos estallo haciendo que las hojas que había dentro salieran volando por todos lados.
Los chicos solo se burlaron de eso y se fueron, las personas a nuestro alrededor solo se limitaban a sonreír, a ignorarlo y a pisar las hojas del suelo que cruzaban por sus caminos.
Todos son unos idiotas.
Cerré mi casillero y comencé a recoger las pocas hojas que habían caído cerca de mí. Iba tomando las hojas como si fueran los dulces de Hansel y Gretel que seguían en el camino de tierra hasta que llegué cerca del chico.
—¿Estás bien? –pregunté mientras él recogía un poco nervioso las hojas
—S-Sí –contestó
Me limité a terminar de levantar las hojas, las cuales le entregué. Arrebató los papeles de mi mano y sin mirarme a los ojos se levantó del suelo para pasar por mi lado y caminar rápidamente por el pasillo.
No estaba molesta con él, pero no hubiera sido malo que de perdido me hubiera visto a los ojos o un simple gracias.
Terminé buscando mi salón, algo apresurada porque en cualquier momento sonaría la campana, lo bueno es que no tardé mucho en encontrarlo. Había personas hablando y sonriendo, y muchos de los lugares ya estaban ocupados. Normalmente hubiera elegido el de mero atrás en una de las esquinas, pero estaba intentando ser diferente, así que caminé hasta el asiento que estaba en medio de una de las filas. Esto puede ser tonto para muchos, pero es importante para mí. Sacarme de mi propia zona de confort.
Dejé mi computadora delante de mí esperando a que se encendiera mirando mi teléfono, pero lo dejé en cuanto vi como el chico de las hojas entraba al salón.
Era un chico alto, delgado, de piel clara, con los hombros arriba. Iba vestido con unos pantalones de vestir color caqui, un suéter rojo de punto color rojo y cuello en V, lentes, zapatos negros y la mirada hacia el piso. Hubiera sido una buena vestimenta si simplemente la ropa no pareciera que se la hubiera quitado a su abuelo y no algo para él. No quiero ser una mala persona, pero con esa ropa él es un buen blanco para burlas y bromas, y no solo yo lo pensaba ya que tres segundos después de que entrara, los chicos comenzaron a burlarse de él haciendo que los demás solo rieran y continuaran con el mal momento.
No me daba lastima, jamás en mi vida alguien me ha dado lastima, pero no me gustaba que lo trataran de ese modo y nadie hiciera nada para ayudarlo, o peor, que él no dijera nada para defenderse.
Caminó entre las filas de asientos hasta quedar en el que estaba a un lado de mí.
—Hola –lo saludé, pero él solo me miró de reojo y no me contestó –bien –susurré
El profesor llegó y todos se sentaron y guardaron silencio.
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Nerd (KimTaeHyung)
Teen FictionMuchas personas agradecen el tener un día más de vida, pero otras esperan con ansias el día en que la muerte llegue. Muchas personas sacan su lado más oscuro cuando se trata de sobrevivir, sin importarles a quien lastimen o qué tengan que hacer con...