Simon Says read the rules

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Las seis horas que duraba su turno fueron las más lentas de su vida. Sentía que el bolsillo de su pantalón, ese donde guardaba su móvil, pesaba más que de costumbre por las ganas de sacar aquel aparato para revisar con mayor detalle aquella aplicación que había dejado descargando ¿Sería una broma? ¿Un virus? ¿Cómo habría obtenido su correo personal? ¿Debería de tener miedo? Sea lo que sea era su única oportunidad de obtener el dinero para ayudar a su abuelo.

– Yurio, ¿te encuentras bien? te ves algo distraído. – Su jefe se acercó a él cuando preparaba una orden de capuchino, era un hombre amable casi todo el tiempo, se preocupaba mucho por sus empleados y aquello sorprendía incluso a su amigo kazajo a quien su empleador le trataba peor que a un perro callejero pero no se quejaba.

– Todo bien – contestó seco sin su habitual insulto del día lo que hizo sospechar al mayor, pero no era momento de investigar aún, los clientes se amontonaban en el local pues la ola de frío estaba cerca, las temperaturas bajaban y el ambiente se tornaba propicio para una deliciosa taza de café caliente.

– ¿Pasó algo con Otabek? – inquirió Phichit, un tailandés amigo íntimo del jefe que también trabajaba junto a él tomando el pedido de sus comensales, solo recibió como respuesta un chasquido que le hizo entender que lo mejor era dejar el tema por ahora.

Para Yuri estar otra hora más haciendo café era un martirio y pronto Beka vendría a por él entonces no tendría tiempo de abrir la app, pero tampoco podía pedir un momento para ir a la trastienda, el lugar estaba a reventar y los pedidos se amontonaban.  Tuvo que resignarse hasta la salida.

Cuando Otabek llegó en esa hermosa motocicleta negra y bien cuidada hasta el centro comercial encontró lo que sobraba del rubio. Un chico cabizbajo y lento que a duras penas daba la vuelta a la llave en la cerradura para asegurar la tienda. Se veía muy cansado pero aún así fueron juntos a por el vehículo para llegar hasta una de las discotecas cercanas.

Era un ambiente conocido por la cual no era extraño que algunos trabajadores saludaran al ruso y debido a que era aún temprano no había mucha gente.

– Beka iré al baño – avisó y salió casi corriendo ignorando cualquier cosa que le había dicho su amigo.

Entró a los servicios de empleados, que era mucho más limpio y se encerró en el último cubículo donde sacó su móvil que tenía como fondo de pantalla la foto de su mejor amigo junto a su gata y se podía ver a su abuelo dormitando atrás, las personas (y el animal) que más amaba en su vida. La app había terminado de instalarse hace ya un buen tiempo y el icono en color negro con un triángulo rojo en medio aparecía en la pantalla de inicio, no había duda ese era.

Algo temeroso lo tocó y pronto la pantalla se tornó negra, por tanto tiempo que golpeó su iPhone en su palma un par de veces pues parecía que se había apagado.

– Un jodido virus... ¡Mierda! Beka tenía razón – no pudo continuar pues un triángulo rojo muy pequeño apareció en medio y fue expandiéndose poco a poco hasta salir de la pantalla y que está volviera a ser negra, pero unas letras, rojas también aparecieron.

"Simon says"

Decía rodeado nuevamente por el triángulo y en la parte inferior aparecieron dos opciones: registrarte o entrar. Como era de esperarse le dio click a registrarse y nuevamente el triángulo se cerró y volvió a abrirse, en esta ocasión una larga lista de letras se mostró dentro.

Simon Says read the rules

Antes de unirte debes conocer las reglas, si no las recuerdas habrá un apartado donde puedes consultarlas cuando quieras.

Simon Says [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora