Capítulo 4

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La voz de un anciano salió de la carta y para mí sorpresa la expresión de Harry se relajó nada más oír la voz.

-Harry, no te preocupes por lo que te ha dicho el ministerio, ya que fue en defensa propia se puede celebrar un juicio, que estoy seguro que ganarás. Ve empaquetando tus pertenencias algunos miembros de la orden vendrán a buscarte mientras tus tíos no estén.

Me quede sin palabras, no lo podía creer, se iba a ir, iba a dejarme otra vez.

-Harry, ¿Quién era el? - La verdad, creía saber quién era, pero necesitaba asegurarme primero.

-Era Dumbledore -Harry me miró, por primera vez en todo el verano con alegría, con un brillo en los ojos.

Harry se dispuso a subir las escaleras, por lo que yo corrí hacia el y lo agarré del brazo, sabía que si no lo decía ahora no lo diría nunca.

-Harry, por favor, no me dejes aquí sola - Mi tono de súplica era evidente, sin embargo el me miró molesto.

-No puedo quedarme aquí y lo sabes Rachel - Se soltó de mi agarre, pero yo volví a atrapar su brazo.

-Pues llévame contigo, por favor, si me dejas aquí sola cuando vuelvan van a hacerme daño - Mis ojos se cristalizaron y mi respiración comenzó a alterarse debido a la ansiedad.

-No puedo llevarte conmigo, y no creo que te hagan nada - Intentó soltarse de mi, pero yo hice más fuerza si cabe, totalmente desesperada

-¡RACHEL, SUELTAME YA! - El estaba muy alterado y comenzó a chillarme.

-¡LLÉVAME CONTIGO, POR FAVOR, TE LO SUPLICO! - No podía dejarme aquí, no estaba dispuesta a permitirlo.

-¡NO PUEDO!

-¿POR QUÉ? - Dije soltandome de su brazo pero manteniendome cerca de él, si no pensaba llevarme al menos quería respuestas.

-¡PORQUE ERES UNA MALDITA MUGGLE, NUNCA PODREMOS SER HERMANOS DE VERDAD RACHEL, TU NO ENTIENDES NADA, NO TIENES MAGIA Y NO TIENES PROBLEMAS! ¡ESTOY SEGURO DE QUE MAMÁ Y PAPÁ ESTARÍAN DECEPCIONADOS DE TENER UNA HIJA TAN COBARDE Y TAN MUGGLE CÓMO TÚ! - Me aparté rápidamente de él, mirándole con dolor, me volvió a costar respirar bien y la presión en el pecho se convirtió en un puñal.
Harry pareció arrepentido de lo que dijo.

-Rachel yo...

-Vete a coger tu baúl, los de la orden llegarán en seguida- No podía mirar a otro sitio que no fuera el suelo, era incapaz de mirarle a los ojos.

-Rachel yo no quería decir eso- Fue la gota que colmó el vaso, subí mi mirada furiosa hacia él.

-¡CLARO QUE NO QUERÍAS DECIRLO, PERO ES LO QUE PIENSAS! ¡QUE NO TE ENTIENDO, QUE SOY UNA SIMLPE E INÚTIL MUGGLE! ¡LLEVO DESDE LOS ONCE AÑOS ESPERANDO A QUE VUELVAS DE HOWARTS COMO UN PUTO PERRITO ABANDONADO Y LO ÚNICO QUE RECIBO DE TI SON DESPRECIOS! - Respiré profundo y volví a bajar la mirada.
Iba a decirle algo más cuando el timbre sonó, entonces fue cuando me di cuenta de que Harry ya tenía sus cosas empaquetadas en el baúl. Llevaba planeando irse desde hace más tiempo del que pensaba.

-Ve con ellos Harry - No me sentí con fuerzas para decir nada más.

Harry me miró dudoso un par de segundos, pero finalmente bajó las escaleras con el baúl y la jaula de su lechuza. Escuché voces abajo, supuse que eran los que habían ido a buscar a Harry, cuando oí cerrarse la puerta me dirigí hacia nuestra habitación y la observe.
Tenía banderines de griffindor pegados por todas partes, las cosas de Harry estaban por toda la habitación, caminé lentamente por ella, hasta que abrí el armario y vi mi reflejo, las palabras de Harry y de todo el mundo vinieron a mi cabeza: No eres suficiente, ¿dónde están tus padres Potter?, eres una maldita muggle, estarían decepcionados de tener una hija como tú, prepárate para los peores años de tu vida...

Volvió a costarme respirar otra vez, me sentía atrapada, tenía que dejar salir ese sentimiento.
Comencé cerrando la puerta de el armario fuertemente, se sintió tan bien que entre gritos desgarradores y golpes comencé a destrozar la habitación. Rompí los banderines, pisé las almohadas, tiré las plumas y la tinta de la mesa, arroje las lámparas de la mesilla contra la pared, y depronto pisé una fotografía, la que le regalaron a Harry, la de nuestros padres bailando. Estaban tan felices en esa foto, tan jóvenes, y seguro que me odian. Comencé a llorar ruidosamente abrazando la fotografía contra mi pecho.
Al igual que no puedo deciros cuanto tiempo estuve destrozando la habitación, tampoco sé cuanto tiempo lloré, solo se que me detuvo completamente ver mi reflejo en el cristal de la ventana.
Me levanté y me volví a dirigir al armario con la foto en la mano, intenté hallar parecidos entre mis padres y yo, llegué a la conclusión de que ellos y Harry eran mucho más bellos de lo que yo podría llegar a ser.

-No pertenezco aquí - Susurre mientras me miraba al espejo, dejé la foto de mis padres en el escritorio y me dispuse a juntar mis cosas.

Cogí mi teléfono móvil heredado de Dudley y comencé a meter mi ropa en mi mochila del colegio, al igual que mis libros.
Cuando estaba terminando de empaquetar la puerta de la casa se volvió a abrir y escuche la ya conocida voz de Vernon llamarme a gritos, pero esta vez ya no tenía miedo, sabía exactamente lo que iba a hacer.
Con paso seguro y mirada desafiante bajé las escaleras, me los encontré a los tres en la entrada quitándose los abrigos.

-Aquí estas pequeña cabrona. Vernon se dirigió rápido hacia mi, pero mi expresión de calma y desafío no cambió.
Cuando alzó la mano para golpearme agarré su brazo con fuerza dejándolo estático en el aire.

-No volverás a tocarme otra vez - Acto seguido me dispuse a retorcele el brazo hasta que con una mueca de dolor se apartó de mi camino.
Avancé un par de pasos hasta quedar frente a Dudley y a Petunia, esta última tenía la mirada clavada en mi mochila.

-Me voy - Anuncié mirándolos seriamente. Petunia se llevó una mano a la boca y avanzo hacia mi, me cogió la mano y me dijo:

-Perdón - Para acto seguido deslizar un billete hacia mi mano sin que ni Vernon ni Dudley se dieran cuenta.
Mi mirada se suavizó ante eso y apoyé mi otra mano en las suyas.

-Te perdono - La susurré también, solté sus manos y me dirigí a la puerta, cuando la abrí y para mi sorpresa Dudley habló :

-Buena suerte Potter - Le dediqué una pequeña sonrisa y salí por la puerta.

Avancé un par de pasos y me detuve a observar la que había sido mi casa durante toda mi vida, en ese momento me prometí que nunca volvería a ser débil.

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La Potter squibDonde viven las historias. Descúbrelo ahora