Capítulo 15

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-Ha sido una infracción menor así que no irá a la cárcel de verdad. Sólo tiene que pagar su fianza, además cuenta con el derecho a una llamada.

Me encontraba tras las rejas de aquel agujero de la comisaría de Londres, sentada en el suelo con los ojos cerrados.
Mis amigos no podían pagar la fianza.

Comencé a pensar en alguien que pudiera ayudarme.
Remus podría pagarla, pero no quiero meterle en más problemas, además si quería que se relajara respecto al tema de Tonks no creo que esto le ayude.

Pensé en que se me había pasado por la cabeza para hacer tal tontería. Supongo que con todo esto del trabajo, los estudios, Draco convertido en mortifago y la jodida guerra que se nos venía encima cada vez más rápido fue mi forma de soltar el estrés. Justo como Vernon, salvo que yo no pegaba a niñas inocentes.

Abrí los ojos rápidamente. Ya sabía a quien llamar, los Dursley. Me debían un gran favor, tiraron mi infancia al suelo y la pisotearon como si no significara nada.
Además el precio de mi fianza no sería un gran coste para ellos.

Me incorporé del suelo y me dirigí hacia el policía.

-Quiero hacer mi llamada - El hombre asintió y me abrió la celda, me agarró de un brazo y me arrastró hacia una zona con muchos teléfonos. Allí le entregó mi brazo a otra policía, que lo tomó fuerte y me condujo a un teléfono.
Cuando me soltó me advirtió.

-Será mejor para ti que no intentes nada, te estoy vigilando - Asentí y marqué el número de la que una vez fue mi casa rezando para que la que contestara fuera Petunia y no Vernon.

-*¿Si? * - La voz de Petunia sonó por el teléfono causandome un gran alivio.

-*Hola Petunia, soy Rachel* - Noté que iba a hablar, pero la interrumpí, pues la policía me indicó que no tenía mucho tiempo - *No tengo mucho tiempo y me da bastante vergüenza hacer esto, así que te pido por favor que me dejes hablar*- El silencio que se escuchó a continuación me indicó que siguiera - *Estoy arrestada. No es que haya hecho algo muy malo, he intentado robar material de un hospital para alguien que lo necesitaba porque no podíamos pagarlo. Lógicamente tampoco puedo pagar mi fianza. Lamento molestarte, pero no sabía a quien más llamar* - Lo solté todo muy rápido pues me sentía avergonzada de tener que estar pidiendo dinero.

-*Voy para allá * - Colgó rápido y una ola de esperanza me inundó.

                               ***

Una hora después el guardia apareció por la puerta y me dejó en la entrada donde se encontraba Petunia.
Al verla me sentí muy aliviada e incómoda.

Caminó hacia mi y me miró de arriba abajo.

-Ven conmigo, tomemos un café - Salió de la comisaría conmigo detrás y nos sentamos en un pequeño local donde me pedí un chocolate caliente.

-¿Y bien? ¿Cómo te las has apañado para acabar arrestada? - La sonrisa divertida que me dedicó me dio confianza para contar todo lo que me había ocurrido desde que me fui de su casa.

Al terminar ella me observaba con una mirada que no supe descifrar, pero que se asemejaba al orgullo.

-Estoy orgullosa de todo lo que has hecho, hasta has ayudado a traer vida.
La verdad es que la casa no ha sido la misma desde que te fuiste.
Cuando saliste por la puerta fui a vuestro cuarto y me lo encontré hecho trizas. No lo recogí, pues al ver que Harry no estaba supuse que el había tenido algo que ver en lo rota que parecías cuando llegamos, así que decidí que él debía recogerlo - Solté una pequeña risa ante esto último. Me sentía rara, desde que todo sucedió nunca me había parado a pensar en ese día de nuevo. Y no sabía como me hacía sentir.

-Cuando Harry volvió de vacaciones después de la muerte de su padrino confirmé mis sospechas.
Al entrar se quedó parado en la puerta unos segundos esperando a que salieras a recibirle como siempre lo hacías - Recordé esos tiempos en los que en cuanto él entraba por la puerta yo me lanzaba a sus brazos y me apartaba para subir a su habitación conmigo detrás - Al comprender que no vendrías subió a su habitación. Yo le seguí, tenía intención de explicarle que te habías ido.

Seguí a Harry hasta su habitación, pero él se quedó parado en la puerta viendo el desastre de dentro.

-Se ha ido - Dije, y él se dio la vuelta para mirarme - Se fue el mismo día que tú, sollozando. Ella dejó la habitación así, no he querido mover nada.

Harry me miró fijamente y los ojos se le cristalizaron.

-Todo es mi culpa - Susurró para luego entrar es su habitación dando un portazo.

-Guau - Estaba asombrada por el relato de Petunia, no sabía que decir.

-Creo que el día que se dio cuenta de que te necesitaba, fue el mismo que el que te perdió - Petunia me cogió la mano y dos lágrimas bajaron por mis mejillas cuando comencé a relatar la pelea que tuvimos Harry y yo ese día.

Cuando terminamos de hablar ya era un poco tarde, así que decidimos irnos.
Pero cuando salimos por la puerta del café Petunia me miró.

-Vamos ha hacer una última parada hoy - Nos dirigimos juntas al hospital, donde yo ya no tenía permitido entrar. Petunia entró y para mi sorpresa salió con una silla de ruedas.

-Llámame si vuelves a tener algún problema, ahora vuelve a casa, deben de estar preocupados - Me despedí de ella con un abrazo y me encaminé a mi hogar.

Al llegar Santana me envolvió en un gran abrazo. Al contarle lo ocurrido casi me mata, pero sigilosamente llamó a Queen y a Patrick para contarles todo.

Un rato después Santana llevó a Atrite al salón con los ojos vendados para que no viera el regalo junto al que esperábamos Queen, Patrick, con Leo en brazos y yo.

Cuando Santana sentó a Artie en el sofá y se puso a nuestro lado comencé a hablar.

-Como habrás notado no llegué a casa anoche - Él asintió - Pues bien, fui a buscarte un regalo de cumpleaños.

-No hacía falta Rachel, ya me habéis dado un hogar - Sonreía tranquilo aún sin quitarse la venda.

-¿Seguro? Quítate la venda - Al descubrir sus ojos y ver la silla los abrió como platos y comenzó a tartamudear.

-¿Cómo? ¿Cómo la has conseguido? - Me reí un poco.

-Puede que sea muggle, pero tengo mis truquillos.

Entre todos ayudamos a Artie a subir a su silla y fuimos todos juntos afuera. Donde comenzó a recorrer la zona rápidamente mientras gritaba de alegría.

Patrick me pasó a Leo y se fue a correr junto a Artie.

Yo suspiré con una sonrisa mientras el pequeño se reía y aplaudía entre mis brazos.

-Ha sido un día raro pequeño - Le susurré al oído - Cuando seas mayor y tengas uno de estos días, quiero que me lo cuentes todo y así podremos compararlo con el día en el que la tía Rachel intentó robar una silla de ruedas.

El pequeño volvió a reírse y me agarró la nariz.

*Este gift no tiene nada que ver, pero me hacía demasiada gracia como para no ponerlo

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*Este gift no tiene nada que ver, pero me hacía demasiada gracia como para no ponerlo.
Espero que os esté gustando la historia*

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