No me dio tiempo a reaccionar cuando la mujer chillando me lanzó un hechizo que no identifiqué.
Me tiré al suelo y grité, era como si cientos de cuchillos se estuvieran clavando en mi cuerpo y de fondo se escuchar la horrible risa de la mujer.
Cuando el dolor paró la mujer me dio una bofetada que me tiró de nuevo al suelo. Mi nariz y labio sangraban.
Desde el suelo pude ver como dos melenas platinadas aparecían en la habitación.
-Bellatrix ¿Quién es ella? - Preguntó una mujer con el cabello rubio.
-Es la asquerosa Potter squib. Ella sabrá donde está el traidor de su hermano y quizás sepa dónde está la puta de tu hija - Entendí que la mujer rubia sería la madre de Queen. Me preocupé por eso, de Harry no podrían sacarme nada ya que no sabía nada, pero de Queen si sabía.
La mujer de nombre Bellatrix me agarró del pelo y me colocó frente a su cara. Allí pude apreciar mejor sus rasgos de loca.
-Y bien muggle ¿Dónde está tu hermano? - La miré a los ojos, aún débil por el hechizo anterior.
-No tengo ni idea - Al instante Bellatrix me empujó y chilló.
-¡Crucio! - Volví a caer al suelo gritando mientras que volvía a sentir los cuchillos.
-Es tu primer día aquí así que no voy a matarte todavía - Dijo divertida - Voy a darte un tiempo para que te acuerdes del lugar en el que está tu hermanito, pero mañana nos volveremos a ver y esta vez no seré tan delicada.
Escuché los pasos de la mujer irse de la habitación, dos personas se acercaron, aunque sólo vi el rostro de la mujer, que se acercó a mi y me susurró al oído.
-¿Queen está bien? - Comprendí que era su madre y que estaba realmente preocupada por ella.
-Les di tiempo para que pudieran escapar, así que espero que sí - Susurré de vuelta.
La mujer asintió y se levantó del suelo.
-Draco, llévatela a la celda - Dijo con un tono frío muy diferente al que había usado hace un momento.
-Si madre - Sentí como me pasaba una mano por la cadera y colocaba la mía en su hombro. Me alivió saber que Draco estaba bien. Tenía muchas ganas de hacerle preguntas, pero sabía que había que guardar las apariencias.
Como pude caminé junto a Draco escaleras abajo hasta dar con una puerta de rejas que él abrió para meterse dentro conmigo y dejarme apoyada en una columna.
Miró a los lados y tras asegurar que no había ningún mortifago me abrazó delicadamente.
-Queen estaba preocupada por ti - Dije cuando nos separamos con una pequeña sonrisa - Me alegra ver que estás vivo.
-Eres de lo que no hay Potter - Dijo con una pequeña sonrisa - Te secuestran, te torturan y te preocupas por si yo estoy vivo.
-Bueno, eres mi amigo, eso es lo que hacen - Él me miró sorprendido y triste a la vez - Cuando todo esto acabe tienes que ir a ver a Leo, desde que sabe hablar pregunta por ti. Si yo no salgo de esta dile que le quiero.
Al escuchar mi última frase cambia su mirada nostálgica a una decidida.
-Vas a salir de esta Potter, no va a ser fácil, pero vas a salir de aquí con vida, yo me aseguraré de eso porque también eres mi amiga - Tras decir eso se fue y cerró la celda.
Cuando terminó de subir las escaleras escuché unos pasos dentro de la sala. Me giré y vi a un hombre mayor que me miraba con una sonrisa cansada.
-Tú debes de ser Rachel Potter, ahora entiendo por qué nunca viniste a por tu varita - Sonreí al hombre que me ayudó a levantarme y a sentarme en la oscuridad de la celda junto a él - Soy Ollivander, el mejor fabricante de varitas de toda Inglaterra.
-¿Y por qué le tiene aquí... - Iba a continuar la frase pero el anciano me interrumpió.
-No diga su nombre, ahora eso sirve para detectar a los rebeldes, y aunque ya estemos secuestrados creo que estaremos de acuerdo en el poco deseo de verle en persona - Asentí con la cabeza, sinceramente no me apetecía ver al sin nariz que acabó con mis padres.
-Respondiendo a tu pregunta, me tiene aquí porque quiere encontrar la varita de saúco, que es la varita más poderosa - La verdad es que me asusté solo de imaginarme las cosas horribles que él podría hacer con esa varita.
***
Era mi tercer día aquí y estaba en medio de una tortura.
-¡Crucio! - Me retorcí en el suelo gritando como siempre. No dejaba de doler menos cuando te lo hacían muchas veces. Sabía que no me volvería loca pues Bellatrix quería que yo fuera la que traicionara a mi hermano para desestabilizarlo al parecer. Pero yo no había soltado nada.
-Veo que los cruciatus no te hacen hablar, ¿Qué tal a la manera muggle? - Dijo para después darme un puñetazo en la cara - ¡Colagusano, trae un cinturón!
Un hombre con pinta de rata salió corriendo de la habitación mientras que Bellatrix se tumbaba encima de mi para seguir golpeandome.
Colagusano llegó con el cinturón y se lo dio a Bellatrix.
- Ahora dale la vuelta - Colagusano me puso boca abajo - Incendio - Escuché decir a Bellatrix, y al instante sentí un golpe ardiente en mis piernas. Grité como nunca, le había prendido fuego al cinturón y me golpeaba las piernas con él.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que unos cuantos hombres vestidos con capas negras entraron con una chica rubia agarrada.
Bellatrix apartó su atención de mi y la puso en los mortifagos, causando que Draco se aproximara a mi y me alzara sin tocarme las piernas para volver a bajar al calabozo.
Una vez allí me tumbó con los pies en alto - Acuamenti - Susurró para comenzar a echar agua en mis quemaduras mientras yo gruñía de dolor.
Comenzamos a escuchar pasos bajando la escalera y Draco rápidamente se alejó de mi.
Nos aliviamos al instante al ver que era Narcisa, la madre de Draco, y venía acompañada de la chica rubia.
-Traigo a la chica y crema para las quemaduras. Ollivander tienes que venir conmigo - Narcisa salió con Ollivander mientras Draco comenzó a aplicar la crema en mis heridas. Miré a la chica.
Tenía el pelo extremadamente rubio, unos preciosos ojos soñadores, y a pesar de estar asustada se notaba que intentaba mantenerse positiva.
Le dediqué una sonrisa para tranquilizarla y noté como dolía mi cara. Con la voz rasposa le pregunté.
-¿Cómo te llamas? - La chica dirigió su mirada a mis ojos, fue extraño, sentí como si pudiera ver mi alma.
-Me llamo Luna Lovegood.
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La Potter squib
FanficSiendo la melliza squib de el elegido me fue fácil pasar a un segundo plano. Nunca pertenecí a su mundo, pero no pienso dejar que ellos luchen mi batalla