🌹 Capítulo 15.

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Asies no puedo dejar de escribir aquí :v supongo que es porque ya me emocioné alv

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Ketch gruñó lanzando por los aires su tarro de cerveza hasta hacerlo estrellarse en la pared contraria, Mich se encogió en su lugar pero Toni puso los ojos en blanco ante tan exagerada reacción mientras seguía barajeando sus cartas sin descanso. Una y otra vez las movía entrelazándolas, separándolas y revolviéndolas como si así el futuro estuviera más que determinado.

—No pudo tragárselo la tierra—sentenció el furibundo hombre mientras se dejaba caer en su silla—No pudo desaparecer como si nada, ¿dónde lo habrán escondido?

—Tal vez no lo escondieron—susurró Mich haciendo que Toni enarcara las cejas en su dirección.

—Explícate—gruñó Ketch mirando a Mich, deseando poder tener más información de la que tenía en ese momento.

El hombrecillo se revolvió un poco inquieto sin saber muy bien si la información que poseía era correcta o, en todo caso, útil. Ketch le había ordenado que vigilara la casa de los Novak sin descanso mientras él organizaba su viaje antes de poder conseguir todas esas riquezas, claro que de paso todos buscaban a Castiel pero era hora que nadie sabía nada.

Sin embargo Mich pasaba perfectamente desapercibido cuando las personas tienen cosas mucho más importantes que atender así que no le fue problema acercarse a aquella casa y escuchar desde una ventana o ver partir a los hermanos caso todas las mañanas al bosque y regresar con cara de tristeza.

—Es-escuché a Chuck hablar de un castillo—aclaró en un murmullo—Un enorme castillo en los bosques del norte do-donde una be-be-be...—Ketch lo miraba de manera furiosa haciendo que comenzara a tartamudear—Be-bestia vivía, dijo que tiene a Castiel.

Toni miró sus cartas unos segundos antes de mirar de manera ansiosa a Ketch pero este parecía más divertido con lo que acababa de decir Mich que interesado. El idiota no lo entiende, pensó para sus adentros la mujer mientras lo escuchaba alegar sobre que esas cosas no existían. Cuando ella llegó a aquel pueblo supo que algo pasaba pues éstos no tenían un señor como todos los demás pueblos de la periferia y, a pesar de eso, nadie hablaba sobre la libertad de no tenerlo. Aquello no tenía sentido pero, claro, ella decidió no escarbar demasiado para no meterse en problemas.

Tal vez los monstruos eran cuentos de niños pero un castillo en los bosques del norte a unas horas del pueblo sin duda quedaba a la perfección como el hogar del señor de esas tierras. No había más lógica en el asunto y sabía que allí es a donde tenían que ir, allí era donde estaban las riquezas y el futuro próximo de irse de allí para siempre, de una mejor vida para su hijo.

Miró a Ketch y negó con la cabeza. Tenía que encontrar una forma de convencerlo de que allí estaba Castiel.

...

El sol estaba en su punto más alto alumbrando todo el lugar con su cálida luz haciendo que el trabajo al aire libre resultara mucho más difícil y pesado que el resto. Sin embargo allá en la cima de aquel imponente castillo gótico se encontraban dos figuras limpiando aquellas escalofriantes gárgolas de desechos de aves, musgo y cualquier otra cosa. Una silueta era mucho más colosal que la otra pero parecían trabajar perfectamente sin problemas y en una agradable conversación olvidando la disputa que habían tenido hace días.

Dean, el amo del castillo, dejó de intentar sacar los nidos abandonados que estaban en la boca de una de las gárgolas y miró hacia arriba en donde Castiel estaba montado sobre una limpiándola con precaución. Dean se quedó quieto contemplándolo durante unos segundos, viendo como la brisa cálida le revolvía el cabello haciendo que algunos mechones se le pegaran al rostro; la camisa blanca se le pegaba al torso debido al sudor que lo cubría y los pantalones ya le parecían inservibles pues Castiel ya los había rasgado de las rodillas al intentar subirse al techo sin ayuda.

El Ángel y La Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora