🌹 Capítulo 11.

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I'M BACK, BABY!

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El invierno terminó cuando menos pensó Castiel y se sorprendió al ver el castillo lleno de los colores de la primavera; aquel tenebroso castillo que se alzaba en las tinieblas cubierto de blanco fue cubierto por el color verde, por flores y el trino de los pájaros por todos lados, la nieve se deslizó como un manto que cubría todo y dejó al descubierto la maravilla que ocultaba.

Cuando el clima fue más favorable Castiel decidió que estaba mucho mejor como para permanecer dentro del castillo y salió al jardín siendo recibido por un montón de objetos que iban y venían mientras Bobby ladraba órdenes desde un lado. Castiel esquivo algunas palas que iban y venían recogiendo los restos de la nieve, varios rastrillos pasaban por el pasto recogiendo ramitas, apartándolas para que algunas tijeras recortaran el pasto. Nunca había visto a todo el castillo tan activo en el tiempo que llevaba allí.

Dean no había querido que saliera cuando la primavera llegó, temía que fuera a enfermarse o algo por el estilo pero si Castiel no se ponía hacer algo de productividad en ese instante iba a comenzar a hacer locuras por todo el castillo sin preocuparse si hacía enojar a Dean o no. Aunque, a como lo trataban, sabía que se saldría con la suya si decidía lanzarse encima de un colchón por las escaleras, Dean no era para nada estricto con él desde el accidente.

Castiel caminó por entre los arbustos y las imponentes esculturas hechas con ellos hasta que logró dar con Bobby, que estaba recortando lo que parecía un dinosaurio sólo que él trabaja la parte de abajo, la de arriba seguía manteniéndose descuidada. Castiel miró interesado su forma de ladrar órdenes hasta que decidió formar parte de eso.

—Bobby—llamó al hacha haciendo que ésta lo mirara interesado— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?—Castiel sonrió sabiendo que así se saldría con la suya.

—Dean no quiere que andes afuera, Castiel—fue la seca respuesta del hacha antes de volver a lo que hacía.

—Dean no sabe que salí—Castiel se encogió de hombros—Me estoy volviendo loco, Bobby, necesito hacer algo así que por favor dime que puedo ayudarte.

El hacha, ya un poco anciana para todo aquel trabajo, miró interesado al apuesto joven que tenía en frente mirándolo suplicante; usaba ropas ligeras, no esas carísimas que Dean se esmeraba en darle sino simple tela de algodón y ya, una camisa blanca sobre pantalones oscuros y unas botas realmente lodosas, estaba seguro que esas Dean no querría ni verlas. A diferencia de lo que estaba acostumbrada aquella hacha Castiel tenía el cabello largo, no tanto como para resultar raro pero sí lo suficiente para hacerse una coleta a la altura de la nuca.

Castiel era lo que a ojos de cualquiera podía considerarse un joven delicado, de los que estaban acostumbrados a la buena vida y no tenían que partirse la espalda trabajando. Bobby sabía que tal vez estaba siendo un poco injusto on el muchacho, que todos merecían una oportunidad antes de ser descartados así que, con mucho pesar, accedió a que el muchacho lo ayudara a cortar los arbustos.

—Primero ve por la escalera—le ordeno haciendo que Castiel sonriera—Se encuentra por allá, cerca de la entrada.

Más tardó en decirlo que Castiel en ir y venir por ella. Observó como aquel joven acomodaba la escalera recargada en el arbusto y esperaba su siguiente indicación así que no le quedó de otra más que darle unas tijeras y decirle lo que tenía que hacer. Castiel parecía estar realmente feliz de ser de utilidad en el castillo, se sentía más que ser un simple adorno que merodea los pasillos esperando la hora de cenar, al fin estaba aprendiendo a hacer algo no como cuando vivía en Paris.

El Ángel y La Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora