El Ángel y La Bestia.

🌹 Capítulo 23.

Emma Watson está bien hermosa. Fin del comunicado.

Maratón 4/4.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

La luz grisácea del amanecer comenzaba a iluminar con lentitud aquel lugar creando sombras tristes en los objetos. La lluvia había escaseado a lo largo de la noche hasta convertirse en una simple llovizna que caía con lentitud sobre ellos, el frío envolvía cada uno de sus huesos pero Castiel seguía abrazado a Dean sin intenciones de separarse, esperando el momento en el que abriera los ojos y le dijera que estaba bien, que estaría bien.

Una cálida manta cayó en los hombros de Cass haciendo que alzara la cabeza del pecho de Dean y se encontrara con Lucifer, que lo miraba mortificado y preocupado. Cass tomó la manta con sus temblorosos dedos y se apoyó en sus rodillas alejándose de Dean, contemplándolo con los ojos hinchados de haber pasado la noche llorando. Dean seguía inmóvil en el suelo, a simple vista podría parecer dormido pero Castiel sabía que no importaba cómo se lo imaginara, él no iba a volver.

—Tenemos que irnos, Cassie—susurró Lucifer tomándolo de los hombros y levantándolo, soportando todo el peso de su hermanito—Cambiarte la ropa antes de que te resfríes.

Castiel sabía que aquello tenía mucha lógica pero no parecía ser suficiente, él quería quedarse ahí junto a Dean sin importar cuánto tiempo pasara, sin importar si se enfermaba o algo peor. Tenía miedo de dejarlo, de que Dean desapareciera haciéndolo creer que todo aquello no fue más que un simple sueño, uno de los tantos libros que leyó. Cass no quería que pareciera que Dean nunca existió, que Castiel nunca había vivido todo aquello porque los sentimientos que le había dado eran...eran reales, dolían y lastimaban, le habían hecho feliz y ahora ya no los iba a tener.

Miró hacia el interior de la habitación. Su padre y Donatello habían traído un montón de objetos que acomodaron en torno a la gran cama que había sido de Dean. Sintió un nudo en su garganta al ver al perchero y al candelabro, al ver a ese molesto reloj inglés y al ver a la tetera con su tacita. Se acorrucó en Lucifer dejando que su hermano lo abrazara mientras intentaba consolarlo, peinó el cabello empapado de Castiel y se guardó su comentario sobre cómo apestaba a perro mojado.

—Tengo que hacer algo—susurró Castiel apartándose de Lucifer—Podrías... ¿podrías llevar a Dean a su cama?—preguntó en un susurro—Por favor, no quiero dejarlo ahí.

Lucifer asintió dejándolo ir. Cass dio tentativos pasos al frente sintiéndose cansado, con ganas de dormir y no despertar en un buen tiempo, mejor no despertar nunca hasta que le dijera que Dean estaba bien, que él no había...ni siquiera se atrevía a pensar en eso porque entonces se haría real y se negaba a aceptarlo, a aceptar que no llegó a tiempo, que no pudo salvar a Dean.

Miró la campana de cristal sobre aquella mesita y sintió un puñetazo en su estómago al ver todos esos pétalos marchitos en lugar de la bonita rosa que él recordaba. Se limpió el rostro con la manta y siguió caminando pero no era suficiente y él necesitaba alejarse. Comenzó a correr ignorando a su padre y los llamados de Michael, corrió por aquel pasillo que hasta hace poco había recorrido muerto de desesperación, miles de Castiel lo acompañaba pero Cass sólo quería alejarse, correr y correr dejando atrás todo, aparentando que no existía.

Corrió por los pasillos, perdiéndose unos momentos y ubicándose en otros. Corrió hasta llegar a ese pasillo lleno de estatuas escalofriantes y se detuvo de golpe frente al demonio que abrazaba al ángel echándose a llorar a lágrima viva, cayendo de rodillas mientras lloraba desgarradoramente y llamaba a Dean, pidiéndole que volviera. Se cubrió el rostro con ambas manos mientras sus hombros se sacudían con violencia y su vientre se tensaba dolorosamente, cortándole el aliento haciendo de sus hipidos algo desesperados pues no respiraba como se debía, estaba comenzando a entrar en pánico mientras el dolor de la pérdida lo envolvía por completo.