🌹 Capítulo 22

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Si vieran que me esforcé en hacer la foto en multimedia ('-_-) namas para que se vea una porquería de azul oscuro y algo de rojo, puta madre.

Maratón 3/4

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Aquel castillo se alzaba en la oscuridad de una fresca noche que anunciaba una tormenta nocturna, el silencio era sepulcral desde hace tres días en aquel lugar. Incluso las rosas parecían estarse marchitando pero no, no era precisamente por esa ausencia que les hacía falta sino porque allá en una de las habitaciones más altas, donde el balcón más bonito se alzaba, una rosa de brillo dorado estaba dando sus últimas, con unos cuántos pétalos aún unidos a ella en señal de que aún no moría pero lo haría pronto, cuando menos lo pensaran.

Dean contemplaba aquella rosa moribunda con anhelo, pidiéndole un día más, lograr ver a Castiel antes de que se convirtiera en un animal por toda la eternidad. Era lo único que le pedía a ese singular objeto, negándose a apartarse de su lado con temor a que cayera el último pétalo si se alejaba lo suficiente.

Cerca de él se mantenían Crowley y Sam, que notaban cómo el tiempo se les acababa y no precisamente por la rosa. Cada vez era más difícil mantenerse en movimiento, había incluso breves momentos en los que se quedaban inmóviles antes de poder volver a hablar y les estaba aterrando. El amo estaba seguro de que Cass volvería y así podría tener una oportunidad pero todos temían que ellos no lograrían llegar a ese momento.

Dean suspiró empañando la campana de cristal y sus orejas se movieron alertas, incorporándose de golpe haciendo que Sam y Crowley lo miraran interesados. La cola de Dean se movió sin control y saltó hacia el balcón, encaramándose en el borde sin perder de vista los árboles en la distancia que se abrían ante la llegada de alguien y luego se cerraban detrás. Dean agudizó el oído, sabiendo que si se concentraba lo suficiente podría escuchar los latidos de Castiel pero no, lo que escuchó fueron otros siete caballos detrás de Impala haciéndolo detener su entusiasmo.

¿Siete caballos? ¿Por qué volvería Castiel con tantos? Comenzó a ponerse nervioso mientras Sam y Crowley se le acercaban para ver la tan ansiada llegada antes de tiempo.

—No es Cass—susurró Dean con el corazón destrozado cuando las verjas se abrieron—No es Cass, no es Cass. Mintió, no es Cass, no va a volver.

Un pétalo de la rosa en la campana de cristal cayó con lentitud ante el dolor que estaba experimentando el dueño del castillo. Crowley miró con alarma a todos esos hombres que entraban en el jardín con armas, como si supieran perfectamente a qué se enfrentaban, siguiendo de cerca al imponente hombre que montaba a Impala con elegancia y arrogancia. Dean comenzó a lloriquear mientras caía sobre sus cuartos traseros y sus garras se encajaban en el suelo, Sam lo miró alarmado, temiendo que su hermano comenzara a arrojar cosas por los aires pero no, Dean no hizo nada de eso.

La descomunal bestia que era su hermano se echó al suelo y olisqueó el aire antes de gruñir intentando ahogar su dolor, la traición y el rechazo que sentía dentro de él que hacía que su instinto animal comenzara a tomar por completo el control de él. ¿Cómo fue tan estúpido como para creer que Castiel volvería? ¿Por qué se engañó a sí mismo de esa forma? Era obvio que un ángel como Cass jamás querría a una bestia como Dean, jamás se fijaría en él siendo un monstruo, habiéndole privado de su libertad y alejándolo de su seres queridos.

Dean no era merecedor de ese ángel, nunca lo fue y aquello sólo fue el tonto sueño de un niño que esperaba ser amado por como era. Sólo una tonta ilusión que desaparecía como los sueños a la mañana siguiente.

—Señor, no son amistosos—murmuró Crowley, poniéndose a la par de Sam—Sus órdenes, ¿los dejamos entrar? Nos van a...

—Ya no importa—susurró Dean entre gruñidos mientras el dolor crecía dentro de él—Igual terminaremos condenados antes del amanecer.

El Ángel y La Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora