24

174 24 10
                                    

Hubo una vez una señora demasiado pobre...tan pobre que se les podía ver todo el día en la calle. Ella y su hijo... pero era el niño más necio que se pudo haber conocido. 

Un día su madre le pidió vender unos dulces fuera de un local para poder comer. El niño confiado se gastó la mitad de las ganancias en maquinitas y a la hora de comer...su madre no alcanzó. Lo regañó pero siempre era lo mismo. 

Después de un tiempo su hijo se enojó de ir a vender y le gritó:

-¡¿Por qué nunca traes suficiente dinero si se supone que trabajas más que yo?!- Su hijo de nueve años no entendía, no sabía las cosas que hacía su madre y hablaba sin pensar.

Su mamá llevaba ropas de hace años, los zapatos viejos y sucios. Iba siempre a trabajar todo el día, vendía trapos o muñecas...y siempre le pedía a la gente el favor de limpiarles su casa a cambio de dinero. Todos los días, a todas horas, nunca paraba de trabajar hasta que llegaba la noche y podía ver a su hijito en una construcción sin terminar. Ahí era su hogar...

Cuando su hijo le dijo todas esas cosas...se puso muy triste. Quiso llorar pero se aguanto las ganas y se fue de nuevo a trabajar sabiendo que de regreso las cosas estarían mejor.

Ese día el niño se fue a vender otra vez y se gastó parte de las ganancias como era costumbre. Porque al fin y al cabo su madre de seguro también se lo gastaba. O eso pensaba...

En cuanto llegó a su casa encontró una caja de zapatos para él, unos tenis nuevos y relucientes junto con una nota.

"Te amo hijo, espero que te gusten" 

El niño miraba con asombro aquellos zapatos nuevos que jamás creyó tener. Todo este tiempo su madre estuvo trabajando para pagarle unos zapatos.

Fue a buscar a su mamá para darle las gracias pero a una calle la encontró de una manera que ningún niño debía ver.

Su amada madre había sido atropellada, estaba tirada con bolsas de comida favorita de su hijo, mucha comida...y un juguete para su hijo...

Después de eso, el pequeño se arrepintió por haberse gastado el dinero en tonterías cuando su madre estuvo ahorrando y trabajando para él. Juró que se portaría bien...que sería un buen niño...

Taehyung acabó su relato tranquilo, esperando a que sus hijos ya se hubieran dormido pero en cambio a eso se escucharon sollozos de los dos lados de la cama.
Unos por parte de sus hijos y otros por parte de... Jungkook...

-Se supone que...ya...de-deberían de estar dormidos- Se refería a sus hijos-Y no estar ...llorando...- se refería al mayor que se tallaba los ojos.

Las historias del padre siempre eran cortas pero tristes. Siempre. Las inventaba en las noches para sus hijos y les encantaban pero era seguro que terminaran llorando cuando lo escucharán relatar con su voz. Era como si se relajará y dejará su voz fluir. Cerraba los ojos y su mente se encargaba de pensar en que seguiría en la historia mientras que su lengua hablaba todo lo que imaginaba para el oyente. Imaginación que se metían en la totalidad dentro de la mente y la historia pudiera crear esos sentimientos reales a tal grado de querer llorar.

-Bueno...pero...ya-ya es hora de dormir-

Los niños se acomodaron igual que el alfa. Cómo si todos siguieran sus órdenes.

-No sabía que tú cuento era tan triste...- Habló Jungkook en bajo.

-No sabía que...eras tan chillón...-
Lo dijo de la nada y sincero. Con un toque de diversión pero luego se arrepintió y en automático la vergüenza le vino por haber hablado demás y responder lo primero que se le viniera a la mente.

Hysteria |Kookv|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora