Predestinado. ~ ChrisErick Omegaverse ~

8

[Las partes que están (Así) quieren decir que el que habla es el lobo de Christopher.]

—¿Erick?—Christopher al ver que se trataba del menor rápidamente lo tomo en sus brazos, ayudándolo a levantarse.

—Por dios Erick ¿Qué te ocurrió?—No obtuvo una respuesta, lo cual logro preocuparlo aún más, lo único que quería era estrechar al omega en sus brazos y no soltarlo jamás.

—Ven iremos a mi casa—Christopher tomo delicadamente la mano de Erick.

—¿Q-qué? Chris no quiero molestarlo—Erick bajo la cabeza apenado, la idea de ir a la casa de Christopher le ponía muy nervioso.

—Erick no eres una molestia—Respondió serio—Además no puedes llegar a tu casa en este estado, no se discute más.

El menor asintió levemente.

Ambos chicos partieron rumbo a la casa del mayor.

Está temblando Christopher has algo.

Christopher miro al menor y efectivamente estaba temblando. Christopher se saco su chaqueta y la puso por encima de los hombros de Erick.

¿En serio idiota? Era para que le dieras un abrazo, no para que le dieras tu estúpida chaqueta.

Callate.

Erick le sonrió al mayor por el detalle, el había olvidado su abrigo en...ese lugar. Más tarde se encargaría de ese asunto.

—Llegamos Erick—Al abrir la puerta ambos chicos se encontraron con la figura de una mujer.

—¡Christopher Vélez! ¡Dijiste que llegabas a las 3 estaba muy preocupad...—La señora Vélez paro de dar su regaño al notar que su hijo no estaba sólo. Un tímido omega se asomaba por detrás de la espalda por Christopher mirándola con las mejillas sonrojadas.

—Oh Chris, quién es tu...¿Amigo?—La mujer sonrió pícara. A decir verdad el padre de Christopher estaba muy metido en la idea de que su hijo debía casarse con una omega, con dinero en lo posible, para que sus nietos tengan buen futuro y bla,  bla, bla. A ella la verdad no le importaban esas cosas, mientras su hijo sea feliz lo demás venía después.

—Lo siento mamá me tarde un poco. El es mi amigo Erick.

—Mucho gusto señora Vélez, mi nombre es  Erick—Dijo el menor haciendo una leve reverencia.

—El gusto es mío Erick—La mujer le sonrió al omega, encantada por lo respetuoso y lindo que era el chico.

—Bien, mamá este... ¿Erick puede quedarse, está noche? Ocurrió un problema y bueno me pareció buena idea que este aquí ya sabes, espero que no te molestes por no avisarte antes y...

—Christopher, hijo, hablas demasiado. Claro que Erick puede quedarse, pero vayan ya a dormir es muy tarde.

Erick le dio las gracias amablemente a la señora Vélez por permitirle quedarse en su hogar.

Erick siguió a Christopher hacía su habitación. Al entrar se sintió realmente tranquilo, toda la habitación estaba impregnada con en aroma del alfa, además quedo realmente sorprendió. El cuarto de Christopher estaba tan inmaculado que hasta le daba pena entrar con zapatos. El alfa tenía una gran estantería repleta de libros perfectamente ordenados. Christopher no parecía ser exactamente el tipo de chico que lee.

—Erickin siéntate en la cama, traeré algo para curarte el labio.

El menor no era consiente de la herida en su labio, la presencia del alfa había hecho que el menor olvide la razón del por qué se encontraba en ese lugar. Sintió escalofríos al recordar los besos húmedos que ese sucio alfa dejaba sobre su cuello, los roces...lo único que deseaba era que esos recuerdos mágicamente se borren de su memoria.