Capítulo 1

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"And the walls kept tumbling down in the city that we love..."

Pompeii de Bastille sonaba en la radio mientras me dirigía al centro de la ciudad a una entrevista de trabajo.

Iba cantando la canción a todo pulmón dentro de mi carro sin importarme nada quien podría estar mirando.

La bocina del carro que estaba detrás, interrumpió mi concierto. Lo miré por mi espejo retrovisor con bastante enojo y vi al conductor como me empezó a rebasar. Mientras pasaba por mi lado, bajó la ventana y dijo a todo pulmón, "Manejas como anciana!"

"Ah si! Y tú como un psicópata!" Le grité de vuelta.

Sí, era cierto que manejaba un poco lento, pero tampoco era que estuviéramos en NASCAR.

Mientras cambiaba la estación de radio y buscaba otra canción adecuada para escuchar, me percaté de algo, el día estaba radiante, no había ni una sola señal de nubes grises o señal de lluvia, eso me puso de un muy buen humor.

"Hoy será un gran día." me dije a mí misma al tiempo que encontraba otra de mis canciones favoritas.

Doble una esquina a la derecha y me sumergí en el tráfico de una de las avenidas más movidas en la ciudad.

De la nada me llegó algo a la mente, ese momento cuando en realidad no sabes que va a pasar algo extraño en el día pero de todas formas lo presientes y lo ignoras, porque nunca le quieres hacer caso a las corazonadas, estaba justo en ese momento cuando iba cruzando en mi plena luz verde y un degenerado se llevó la de él en rojo, en fracciones de segundos mi carro había tomado otro carril debido al impacto y no me dio tiempo de pensar que pasaba, apreté mis dos manos fuerte sobre el volante mientras sentía el carro moverse impulsado por otro, al lado contrario. Cerré los ojos apretadamente hasta que sentí que el movimiento se detuvo, abrí mi ojo izquierdo primero, despacio, con miedo de que fuera a encontrarme con algo terrible, abrí el derecho sorprendida de que aun respiraba, suspiré en alivio, miré alrededor, me miré a mí misma, me toqueteé para ver si tenía algún daño, me sentí bien. Vi que la puerta del pasajero tenía una abolladura, sufrí y maldije a quien se atrevió a cruzarse en mí camino, me sentía bien físicamente, así que decidí armar pleito, pero tambaleé un poco cuando intente salir, caminé despacio hacia la puerta del pasajero para tener mejor panorama de que le había pasado a mí pobre Corolla del 99 que con tanto trabajo había comprado. Vi al hombre más hermoso del mundo salir del carro que me había chocado, parpadeé rápidamente varias veces para recordarle a mi cerebro que debía estar más que enojada con su imprudencia. En eso escuché que un señor me preguntó si me encontraba bien, asentí alocadamente, todavía en shock. Volví a prestar mi atención a esa bella figura de uno dos metros, podríamos llamarle blanca nieves por el color de su piel y su cabellera negra, y no fue hasta cuando se puso a unos centímetros cerca de mí y mi carro estropeado, que noté sus ojos. No podían ser de este planeta o galaxia. Pero toda esa belleza se arruinó en cuanto habló, no por su voz - que para variar era demasiado perfecta, sino lo que dijo.

"Pensé que le haría algo más grave... entonces cuanto te debo?" Me miró rápidamente mientras sacaba su billetera de uno de los bolsillos de la parte trasera de sus jeans.

"Per, perdón?" dije incrédula. "Usted me atropelló apropósito?" esta vez hablé un poco más alterada.

Sentí como varias miradas se enfocaron en mí y el sujeto en cuestión tomó una postura toda tensa y me miró fijamente a los ojos y dijo con toda calma.

"Claro que no, a quien se le ocurriría hacer eso?"

Yo lo miré más incrédula, no muy segura de lo que sus palabras querían decir, escuché como una señora me preguntaba que si todo estaba bien, mientras la miré por encima del hombro y vi que se acercaba a mí pero mirándolo a él.

El DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora