Eras un extraño que al saludarme te brillaba la mirada, cambiabas el tono de voz, e incluso te hacías más alto.
Extraño que me anhelaba en secreto por textos tristes, extraño que lloraba mi ausencia. Y sufría mis fracasos, extraño que le alegraba cada triunfo.
Extraño que me besó y cambió mi vida por completo, extraño que en esa noche de marzo se convirtió en lo único importante. Extraño que se convirtió en mi razón para seguir con vida, extraño que convirtió mis sollozos en caricias, extraño que besaba a otra anhelando mi boca, extraño que me hizo desearlo con locura.
Un extraño, un completo desconocido que me hizo amarlo. Y qué me hizo feliz como nunca había sido, desde aquel instante anhele hacer una trampa al tiempo y vivir contigo aquel último suspiro...
