Que crudeza tiene el tiempo al hacer que no sólo llueva detrás de mi ventana, sino que mi pensamiento se caiga a cántaros, entre letras y papeles que son el arma del poeta...
Mientras que en el trayecto de mi existencia, mi alma sigue desnuda, aferrada a un puñado de fe, volátil que en ocasiones engrandece su tamaño, y en otras se esfuma con el paso de un sólo viento.
