ADIÓS ALIEN, HOLA JOEL

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Una vez, cuando tenía nueve años, había encontrado una manzana en el árbol de mi patio. Era un manzanero, pero nunca dio fruto. Este quedaba con algunas ramas colgando sobre el río, y allí estaba la manzana. Recuerdo haber trepado al árbol, para darle la manzana a mi mamá. Trepé sin revisar la resistencia de las ramas, porque estaba a punto de alcanzar la fruta... cuando caí.

Siempre supe nadar, desde que tengo memoria, pero me estaba ahogando. La rama que me tenía se me había caído encima de las piernas. Cuando las pude sacar me quedaba sin aire, pero tampoco podía subir a la superficie, los cordones de mis zapatillas estaban enredadas a una roca.

La historia termina bien: mi padre me sacó, y no me traumé con el agua. Pero sí recuerdo ese miedo. Cuando estás tan cerca de morir que es irreal.

Solo lo he sentido tres veces en mi vida: En el agua a los nueve años. Con el Fremit en el Lago Tahoe, y ahora con la criatura que me devora con la mirada. Pero el miedo que siento ahora es más intenso. A los nueve me quedaba aire suficiente como para sacarme las zapatillas, si no me movía era invisible para el Fremit, pero con esto, que me ve y al parecer me huele, se me hace difícil pensar en la manera de escapar.

Me retuerzo en su mano. ¡Ah! Sí, casi olvido el punto en que me agarra con su enorme mano a seis metros sobre el suelo, y el punto en el que siento que va a abrir su boca y me va tragar entera.

No aparto la vista de su rostro de piel marrón y de sus ojos, hay algo hermoso y aterrador en ellos.

_ ¡Suéltala!_ Una roca le pega a la criatura en un costado de lo que creo que es su rostro. Frunce el ceño. Este alienígena tiene expresiones muy humanas. Gira y me ata los pies al techo, con una especie de soga y quedo colgando boca abajo.

El alien se acerca a mis hermanos, Steven le está tirando rocas, y Briana sale corriendo en dirección al pozo.

Sin pensar ni ver nada a causa de la tenue luz y el excelente camuflaje de la criatura, saco del cinturón el revolver y le disparo en la cabeza. La bala rebota y cae al suelo como si fuese de goma espuma. Su atención vuelve a mí.

_ ¡No creo que seas imbécil, así que si me haces algo te disparo en un ojo!_ Grito apuntando y temblando a lo que rezo que sea su punto débil. Recuerdo la descripción de Scott de los tales Urganianos, este alienígena es uno. Me impacta lo humano que parece, sin contar que tiene cuatro brazos, y que sus dos piernas tienen tres gruesos dedos.

Se acerca a mí, como si no le estuviese apuntando.

_ ¡Lo digo enserio!_ Grito, con el dedo apunto de apretar el gatillo.

Me desata. Por unos horribles y eternos instantes caigo en dirección al suelo, cuando pone su mano y me ataja.

<< ¿Pero qué...? >>

El Urganiano me deja en el suelo de manera atropellada, caigo sobre mi parte trasera. Steven me ayuda a incorporarme pero nunca le aparto la vista al alienígena.

Nos ruge y no dudamos en salir corriendo hacia la salida.

_ ¡Tamara!_ Briana salta y me abraza, pero yo la bajo al instante.

_ Luego los cariños, te impulsaré._ Junto mis manos, ella pone la pierna sobre ellas y la impulso hacia arriba. Lo mismo hago con Steven.

_ ¡Vamos Tamara, la mano!_ Steven me tiende la mano, pero no le hago caso. Miro el túnel, siento que él me observa. No veo nada, pero sé que está ahí, el Urganiano._ ¡Tamara!_ El grito de Steven ya es desesperación.

_ ¡Sí!_ Giro sobre mí para agarrar su mano, y con mucho esfuerzo, logro salir.

Ambos me abrazan con fuerza.

SOBREVIVIENTES (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora