NUEVA GUARIDA

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Dolor. Intenso. No escucho nada, solo un tedioso pitido. No veo nada. Pero sí huelo: humo. En mi boca siento sabor a sangre. No se dónde está el suelo. ¿Estoy muerta? Poco a poco, dejo de ver negro, se aleja para que vea gris. No, gris y rojo, metal y sangre. El pitido se va para escuchar el ruido típico de las llamas, y un llanto. Mí llanto.

Vuelvo a la realidad. Estoy colgando de mi asiento, de cara a un pedazo de metal en el suelo, al cual le caen gotas de sangre. ¿Sería mía acaso? Me trato de enderezarme y ver dónde me encuentro. Al hacerlo siento un horrible dolor en la parte izquierda de mi cadera, además de la presión que ejerce el cinturón de seguridad que me asfixia.

Me examino: tengo una barra de metal lo suficientemente larga y afilada para perforar mi piel, pero no mis huesos. La quito de mí ser con cuidado, dejando atrás un grito seco. La tiro al suelo. Si no me muero de una hemorragia será un milagro.

Ahora que puedo, me enderezo con cuidado y contemplo el paisaje: el avión se estrelló. A mi izquierda veo como la cabina del piloto está en llamas.

<< ¡Scott! >> Me trato de desabrochar, hasta que escucho un gemido a mi derecha.

Giro la cabeza. Mis hermanos están en las mismas circunstancias, colgando del asiento. Steven está despierto, Briana inconsciente.

_ ¡Steven!_ Me desabrocho y caigo al suelo sobre el metal empapado de sangre. El dolor se abre camino por mi cuerpo, pero mis hermanos son más importantes que mis heridas. Así que me paro como puedo y ayudo a mi hermano a bajar, mi sentido común y mi instinto por primera vez concuerdan.

_ Tamara estas sangrando._ Steven no está tan herido, tal vez tiene unas cortaduras pero está bien. Se rompe la remera por debajo de la campera y tapa mi herida.

Comienzo a sentirme mareada, pero me obligo a seguir adelante.

_ Ayúdame a sacar a Bri._ Le ordeno caminando hacia mi hermanita, con voz apagada.

Juntos la sacamos.

_ Aprieta tu herida._ Steven carga a Briana, con una mano en su espalda y la otra bajo sus rodillas

_ ¿Sigue viva?_ Pregunto. Mientras intentamos caminar._ Porque Scott y el piloto murieron.

_ Sí. ¿Murieron?_ Le hago una seña para que se calle. Me duele todo.

No llego a dar si quiera tres pasos, cuando mis piernas se entumecen y caigo al suelo de asfalto inconciente.

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Despierto lentamente, abriendo los ojos poco a poco. Intento incorporarme, y al hacerlo siento un dolor débil en mi cadera.

<< ¡Claro! Ahí se enterró el pedazo de metal. >> Pienso. << Wow, Definitivamente el dolor se suavizó. ¿Cuánto tiempo habré estado inconsciente? >>

Contemplo el lugar en dónde me encuentro: estoy en un pequeño cuarto azul, sobre un sofá verde con una manta a cuadros cubriéndome. No veo una puerta, solo una cortina en el lugar donde debería haber una. A su izquierda hay un espejo y un interruptor de luz, pero la lámpara de pie está echa añicos en un rincón.

Me paro y me acerco al espejo. Veo mi rostro que, luego de haber caído de un avión, solo tiene algunas cicatrices. Si mi mejor amiga, Jennifer, hubiese estado aquí diría que me ponga alguna crema porque mis marcas serán de por vida. Pero, realmente, ahora lo único que me importa es saber dónde estoy, volver con mis hermanos y encontrar a mis padres.

Me quito la campera, por más frío que sienta, la tiro al suelo y levanto mi remera lo suficiente como para ver el estado de mi herida. Quito la venda que envuelve mi cintura

SOBREVIVIENTES (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora