•Capitulo 12•

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Tres largos meses pasaron desde que vivo en Corea. Desde hace uno vengo peleando con mi mamá. Todos los días pregunta cuando será el momento en el que regrese a Argentina, mientras yo trato de dilatar esto de la mejor manera posible.
Estos meses fueron muy mágicos para mi, de vez en cuando veía a Taehyung en la empresa, siempre nos saludábamos con una sonrisa. Cuando volvían a Corea luego de algún tour, yo lo esperaba en el aeropuerto escondida entre la multitud. Siempre iba a estar para el.
Así como también estaba Yoona, siempre metida en medio de los dos.
Recuerdo cuando me los topé en el pasillo, fue tal mi sorpresa que me quedé quieta. El quería presentármela. A mí no me interesaba en lo absoluto volver a saludarla. Había puesto mi mejor cara de amiga buena, aún recuerdo la suya. Sus ojos se abrieron tan grande que si la primera vez que me vió no me mató con su mirada estoy segura de que esta vez si lo hizo.  Realmente no esperaba que sea yo una nueva amistad de Taehyung. Así como tampoco se lo esperaba Hye. Recuerdo perfectamente cuando me dijo "una sasaeng, amiga de Taehyung", lo dijo con tal ironía que a mí me importó muy poco, demasiado ya tenía que aguantar su manera de dirigirse a mi como para tener que seguir aguantando algo más. El mismísimo mundo no me importaba. Solo me importaba el.

El día estaba demasiado frío, estábamos cerca del invierno y el cielo se teñía de gris. Agarré mi chaqueta negra y mi gorro del mismo color, me los puse y me encaminé a la salida de la productora. Una voz llamándome me detuvo. Misma voz que detuvo los latidos de mi corazón durante tanto tiempo.
Era el, nuevamente estaba ahí, frente a mi. Estaba más hermoso que de costumbre, su tapado negro le daba un toque místico. Para mi, el estaba completamente inmaculado.
Fue acercándose lentamente, esta vez a diferencia de las demás veces no sonreía, estaba serio. Por un momento temí. Creí que iba a ser el final de todo. Pero no fue así, a medida que se acercaba iba regalándome una sutil sonrisa.
Estaba a centímetros de mi, podía ver sin limitaciones todas sus facciones. Era lo más hermoso que había visto en mi vida. Lo más hermoso que iba a ver en esta y en mil vidas más. Era la obra más perfecta que Dios había creado, eso significaba el para mi.
El no decía nada, solo me miraba. Yo hacía lo mismo. Las palabras estaban de más en este momento. La belleza que irradiaba estaba poniéndose nerviosa, su cercanía estaba calentando mi cuerpo como nunca nadie lo había hecho, provocaba eso solamente con mirarme. Su perfume terminó por volverme loca. No había olido jamás una fragancia tan masculina. Aspiré su olor y cerré mis ojos inconsientemente. Me repetía como un mantra que debía controlarme, pero realmente no podía, esta vez no podía hacerlo. Abrí mis ojos y él seguía mirándome.
No aguante más. Definitivamente no podía más. Era ahora o nunca. Demasiado tiempo dejé pasar. Solté mi cartera dejando que esta caiga al suelo y lo besé. Me agradecí a mi misma el llevar botas con tacos altos, sino jamás hubiese podido llegar hasta su boca.
Mi mano izquierda agarró su cuello, mientras que la otra agarró su rostro, estaba besándolo, era un beso tímido, pero beso al fin. Las ganas insaciables de comerme su boca querían hacer acto de presencia, pero esperé, el aún todavía no reaccionaba.
Me despegué lentamente de él mirando sus ojos fijamente. El lucia sorprendido, aturdido. Podía sentir su respiración agitada.
-Perdón - fue lo único que dije, no tenía otra palabra más en mi boca.
Quería seguir besándolo, realmente lo quería, pero tampoco quería asustarlo. El comportamiento de los hombres en Corea es diferente a los que acostumbraba en Argentina, y mucho más sabiendo cómo era el.
Me agaché y recogí mi bolso, el seguía de pie frente a mi observándome. No decía nada de nada, y eso me inquietaba mucho. La cagué, ahora si la cagué hasta el fondo. Adiós charlas, saludos y lo que sea que podía llegar a pasar. El que no diga nada solo aumentaba mi desesperacion. Me resigné a no escuchar su voz, cuando de repente dijo:
-Hasta luego, Milena.
En ese momento volví a vivir, sentí que nuevamente todos los planetas se alineaban, y aún más cuando me sentí bendecida por la nueva sonrisa que el estaba regalándome.

Cartas de una sasaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora