•Capitulo 27•

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Mi dolor constante seguía, era como un agobiante dolor fantasma que no se iba con nada, jamás se iría.
El dolor siguió acompañándome por cuatro días más, estaba acabando conmigo, el dolor que sentía iba matando cada parte de mi alma con cada segundo que pasaba. Estaba viva porque respirar era un acto involuntario, nada más.
Debía seguir adelante, debía pensar en mi y volver a crearme nuevas ideas como lo hacía antes, debía engañarme para que respirar no me doliera.
Pensé en todo lo ocurrido hasta el momento, le pregunté a Dios en todas las formas posibles porque había perdido el amor de Taehyung, sabia la respuesta: el problema era yo, yo decidí meterme en esto, yo elegí mi destino. Todo podría haber ido bien, todo podía haber salido bien de no ser por ese hijo de puta de Hye.
Hye, su nombre retumbaba en mi cabeza como una pesadilla de la que no podía escapar, necesitaba terminar con esto de una buena vez, él debía escucharme, debía hacerlo.
Me encaminé al baño a darme una ducha rápida, Seul estaba helada, casi como mi alma. El agua caliente tocó mi piel y sentí alivio, sentí que por primera vez en muchísimo tiempo estaba relajándome. Mi cabeza sabia que hacer, mi alma la guiaba.
Salí del baño y procedí a secarme solo el cuerpo, me vestí con un jean y un buzo grande color blanco. Era de Taehyung, realmente me quedaba enorme pero su calor me envolvía, sentía que la tela eran sus brazos abrazándome. De nuevo me sentí morir.
Tenía un objetivo fijo, llamar a Hye para hablar con el. No se negaría, el pobre estaba tan desesperado por un poco de mi amor que apostaba a que vendría de rodillas. Tomé mi celular y lo llamé. Hoy empezaríamos a saldar cuentas.
Quince minutos después el timbre del departamento sonó, sabia que era el, podía sentir el asqueroso perfume.
-Hola preciosa, qué placer que me hayas llamado, te extrañé- dijo apenas abrí la puerta
-Pasa Hye, no te quedes ahí parado
Mi voz sonaba calmada, yo me sentía en paz, arreglaría esto de una buena vez.
-Ni aun estando triste puedes dejar de ser hermosa, sabia que debías dejarlo, ese niño no servía para ti.
-No quiero hablar de eso -dije mirándolo mientras dentro de mi cabeza se originaba el más grande de los caos.
Tomé su mano y lo conduje hacia el sillón, volveríamos a recrear la misma escena de hace unos meses.
-Que genialidad, Milena. Tenerte nuevamente en mis brazos.
Me subí sobre su regazo mientras él besaba mi cuello, mi mente divagaba por todas partes, solo tenía un objetivo fijo.
-Porque le enviaste todo eso a Taehyung? Porque lo hiciste?- pregunté mientras él seguía en lo suyo.
-Porque no te conviene, tu eras mía antes que de él. Jamás te hubiera hecho feliz como yo.
El mentía, Tae podía hacerme la mujer más feliz del mundo, podía hacer que mi vida sea la mejor de las maravillas. Sentí rabia y dolor. Taehyung me amaba, realmente me amaba.
Dejé que siguiera restregando sus asquerosos besos por mi piel mientras mi mano se metía lentamente al bolsillo de mi buzo.
-Realmente espero que te pudras en el infierno, Hye - fue todo lo que dije y me dispuse a apuñalarlo.
Podia ver cómo el cuchillo entraba y salía de su pecho reiteradas veces mientras la sangre brotaba. Sentia que estaba descargando toda mi ira en su corazón, queria matarlo tal como el habia hecho conmigo. Queria que muriera para que no siguiera interfiriendo en mi amor.
No sé cuánto tiempo estuve apuñalandolo, solo se que el ya estaba muerto. Sus ojos yacían abiertos, habiamos saldado las deudas.
-Estamos a mano- le dije al cadaver que estaba en mi sillón.
Realmente estábamos a mano, el me habia matado primero, ahora yo lo había matado a él.
Miré mi buzo blanco, tenía muchas manchas de sangre adornándolo. Me importaba poco.
Tenía que seguir liberando mi camino, ya había eliminado a uno, ahora me faltaba el otro obstáculo: Yoona.

Cartas de una sasaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora