•Capitulo 14•

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Mi mal humor persistía, se sentía como algo insoportable para mi. La famosa piedra en el zapato tenía nombre, Yoona.
-Hey! Cuánto tiempo más estarás con ese humor? - me dijo mi amiga desde la cocina mientras se preparaba un emparedado.
-Es inevitable. Pienso y pienso y lo único que no entiendo es como no la abofeteé en el momento, debí arrancar esas greñas insulsas que tiene y darle de patadas en el piso.
-Ay por Dios! Tranquila- dijo con un tono entre asombrada y divertida
-Jamas voy a estar tranquila mientras ella siga ahí. Está enamorada de él, no me lo dijo directamente pero me lo dejó bien claro, siente lo mismo que yo y no piensa quedarse de brazos cruzados. La maldita corre con ventaja porque lo conoce mejor, pero no va a ganarme, no va a ser así.
Mi amiga me miraba extraño, podría jurar que jamás me escuchó hablar así y eso la asombraba. Últimamente estaba volviéndome una persona diferente. Tenía pensamientos vagos de cómo sería el momento en el que yo golpeara hasta el cansancio a Yoona, en cómo mis manos agarrarían su cuello hasta quitarle la respiración o cómo hacerla desaparecer del mapa. Esta era mi nueva versión, Corea había sacado a relucir mi verdadera personalidad.
Lo único que me calmaba era pensar en el, en sus labios y sus ojos. Estos últimos ocho días lo pensé más de lo debido, tras mi encuentro con Yoona el pasó a convertirse en mi primera, segunda y tercera prioridad.
Lo extrañaba demasiado, hacía bastante no lo veía, la última vez fue tres días después del beso. Se veía increíblemente perfecto y varonil. Solo se limitó a saludarme, lo más seguro es que no quiera volver a acercarse a menos de un metro de mi. Debía darle su tiempo aunque mis ganas de enfrentarlo y decirle cuánto lo amo quieran fluir.

Ya necesitaba irme a mi departamento, el día en la empresa se me había hecho muy largo, más que de costumbre. Necesitaba llegar, darme una ducha y tirarme a dormir.
La hora de salida lentamente se acercaba, decidí ir al baño antes de irme. Refresqué mi rostro, lo sequé y salí de allí.
La imagen que me regalada tal salida era gloriosa, imagen que no pensé ver jamás por aquí. Mi cuerpo tembló ante su presencia. Podía imaginarme cualquier escena, menos esta. Kim Taehyung estaba parado de espaldas a la pared a metros de donde estaba yo. ¿Que hacía aquí? ¿Me había seguido?
No pude dejar pasar por alto su vestimenta, iba absolutamente todo de negro. Pantalones anchos y remera manga larga holgada vestían al más perfecto de los dioses, su cabello oscuro iba algo alborotado, cada vez podía notarlo más largo. Eso realmente estaba volviéndome loca, definitivamente la misión de este hombre en la tierra era matarme una y otra vez.
Acerqué sigilosamente mis pasos, mi fuerza de voluntad estaba haciendo acto de presencia para que no salga corriendo a sus brazos.
El se puso rígido, y yo lo imité. No había palabras. El silencio era nuestro invitado de lujo, nuestras miradas estaban clavadas, no podíamos dejar de mirarnos, el brillo en sus ojos me recordó a un amanecer en la playa, tan potente, tan único.
Sin darme tiempo a reaccionar, se acercó y me besó. Todo fue inesperado, nunca me lo hubiese imaginado pero fue más perfecto que si lo hubiese hecho. Su boca estaba junto a la mía y esta vez era él el que había empezado. Me sentí dichosa, no encontraba explicación a la tormenta de sensaciones que sentía en el pecho. Se asimilaba a los nervios de un primer beso con el chico que te había gustado durante toda la primaria. Me sentí así.
Sus manos agarraron los lados de mi rostro mientras sus labios dibujaban el más hermoso de los besos. De a poco fuimos abriendo nuestras bocas para darle paso a un beso más profundo. El instante en que su lengua tocó la mía fue el día que morí nuevamente.
Con mis manos agarré su cabello, cada vez lo apretaba más hacia mi como si quisiera meterlo en mi alma.
Nuestro beso se había tornado profundo, salvaje, lujurioso. Mi lengua exploraba toda su cavidad, se sentía como si la vida se me fuese en ello. Realmente yo estaba besando mi vida.
Tras intensos segundos de besarnos nos separamos, sus labios estaban rojos e hinchados, esa escena se me hizo la más excitante de la historia. Con mis dedos acaricié sus labios suavemente bajo su atenta mirada
-Si supieras lo mucho que amo cada parte de ti - dije en español, las palabras que necesitaba decir no podía decirlas en su idioma, al menos no todavía.
-Si supieras cuánto te soñé, cuánto deseé esto más que cualquier otra cosa en la vida.-
El solo me miraba con el ceño fruncido y con expresión divertida, no estaba entendiendo nada de lo que yo le profesaba.
-Hice algo mal? - me dijo y mi corazón se sintió débil. Nada había hecho mal, nunca haría algo mal.
-Nada.. nada - dije mientras negaba con mi cabeza. No me salían las palabras para decir más de lo que quería, si fuese por mi hasta matrimonio le pediría, pero debía ir con calma. Un paso a la vez.
No quería seguí pensando más, no iba a perder tiempo mentalizando todo. El momento era ahora y había que aprovecharlo ya que estábamos solos.
Volvimos a besarnos, esta vez yo lo empecé, esta vez mi beso iba a demostrarle que tan grande era el amor que yo sentía por el.

Cartas de una sasaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora