El principio de todo

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La mañana aunque fría, es encantadora, aunque Valentina se empeñe en no reconocerlo, ella prefiere notar tumulto de gente que a duras penas deja espacio para que los automóviles de su familia desfilen hacia la recepción, el estruendo de la maquinaria moviendo cosas de un lado a otro, o en su defecto los cinco minutos de retraso que los empleados de la compañía llevan de retraso descargando las cuantiosas maletas de los Carvajal.

Pon una sonrisa, Valentina-pide don León a su lado-nos vamos de Inglaterra ¿No era eso lo que tanto querías?-su hija por toda respuesta lo fulminó con la mirada y desvió la vista hacia la elegante ventanilla del auto-escucha, sé lo que piensas, pero hiciste lo correcto, hicimos lo correcto-recalca intentando vanamente mostrar un vínculo entre ellos como pretendiendo sanar una complicidad que ya no está allí-tu madre habría querido...

No hables de mi madre-le espeta la chica sin más-Nos vamos. Fin de la discusión.

Pensé que querías irte....-

Sabes bien porque quería irme-los ojos de padre e hija se encuentran, los de ella irradian furia, los de él no ceden un ápice-ahora ya no importa.

Sigues en tu plan ¿no?-inquiere León y en cuánto el silencio de su hija menor le responde, suelta un suspiro-bien, esperaba que disfrutaras este viaje, supongo que es tu decisión amargarte y no hacerlo.

El automóvil se detuvo y nada más hacerlo, el señor Carvajal descendió con elegancia. Su hija soltó un lloriqueo de frustración sin que nadie la escuchara y lo siguió al poco apoyándose de la mano del cochero para bajar y abordar sin más.




A ver-gruñó el chino abriéndose paso entre los pasajeros que bordeaban con un par de maletas colgadas del brazo-a ver... debe ser aquí-murmura y abrir y cerciorarse que no hay nadie gruñe en señal de aprobación-aquí es.

No es una habitación muy lujosa, pero definitivamente es mejor que lo que han dejado atrás; el espacio es suficiente para dos literas y un pequeño cuarto de baño. Juliana no pierde el tiempo, lanza su única y desvencijada maleta a la cima de una de las camas dobles y se dispone a salir del lugar.

¿Tú a dónde crees que vas?-inquiere Lupita agarrándola del brazo.

Afuera-dice la chica sin más.

¿Afuera?-

si, eso dije-masculla

No le hables así a tu madre-gruñe el chino al tiempo que se descalza y se arroja a la cama de abajo-no quiero empezar con problemas ¿tu sí?

No-responde la chica-sólo decía que voy afuera.

¿A qué? -inquiere el hombre. Juliana se muerde la lengua para evitar responder de mala manera.

A investigar-miente-ya sabes, si vamos a hacer esto, mejor conocer nuestro territorio mejor que nadie.

¿Viste? -parece imposible pero Juliana lo odia más cuando sonríe- ¡Esa es mi hija, carajo! ¡Sabe lo que tiene que hacer! ándale, no llegues tan tarde... o llega a la hora que quieras, el alacrán, gancho y el resto de los muchachos están vigilando las entradas y salidas, además vamos a zarpar en cuestión de nada, así que no puedes ir a ningún lugar. Pero igual tú no saldrás del barco ¿O sí? -Juliana hace una mueca-No eres lo suficientemente estúpida para intentarlo ¿Verdad?

No-

Esa es mi hija-repite el hombre con una sonrisa entre dientes.

No sé chino-interviene Lupita-igual no parece buena idea.

Cinco díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora