Valentina sollozaba sin poder detenerse, golpeaba la puerta ya con debilidad inducida por las lágrimas sin obtener ninguna respuesta del otro lado. No podía creer, que hacía solo un par de horas, había disfrutado del codiciado paraíso en brazos de la mujer que amaba, se sentía como si en lugar de ello, hubiesen pasado al menos, un par de vidas.
Guille -balbuceó en vano como en las horas previas-Guille déjame hablar, déjame salir, no sé quien es el, pero sé que le hará daño... hermano...-Sin embargo, sus plegarias presentes, al igual que las ofrendadas horas atrás no eran escuchadas, del otro lado de la puerta, a penas se oían de cuando en cuando una serie de pisadas y el sonido del vino al ser vertido.
Guille... -
¿En que estaba pensando al confrontarla así? No podía explicárselo, había hecho justo lo que juró a Mateo que no quería hacer: la había señalado, la había acorralado, no sabía porque, pero lo había hecho y allí estaban los resultados: peleadas y separadas por una emboscada que no supo prever. Ahora no sabía nada de la chica que amaba, no sabía nada y no lo sabría porque la puerta no se abría y ella era muy débil (o muy cobarde) para colgarse y escapar tal como Juliana había hecho en el camarote de Mateo.
Pasó largos minutos que se volvieron horas sentada contra esa puerta de madera, entumida mientras lloriqueaba recordando el desconcierto de Juliana ante la noticia de su matrimonio, su batalla interna, ¿Su indiferencia? ¿Era eso? ¿Era indiferencia con la aventura casual en un crucero de una semana? ¿O realmente se había quedado de piedra al enterarse? No sabía y se moría por saberlo, habría dado todo para poder hablar con ella, pero el sol se alzó imperioso en el cielo y su estómago comenzó a rugir antes de que pudiera escuchar, a través de la ostentosa puerta de madera un atisbo de esperanza, uno que, como siempre se encarnaba en la voz de Mateo.
A penas podía captar alguna que otra palabra, pero no necesitaba escucharlo al completo; llegaron a sus oídos palabras sueltas que le hicieron saber que como siempre, Mateo abogaba por ella. Esperó por un largo periodo de tiempo con el corazón en un hilo, se puso de rodillas con la oreja pegada a la puerta intentando controlarse para poder escuchar, aunque sin éxito. Por eso cayó de boca contra la alfombra, cuando de improviso la puerta se abrió.
Valentina! – Mateo la tomó de los brazos con suavidad pero Valentina ni siquiera le permitió ayudarla, se levantó de improviso, ignorando el mareo que sentía y miró a todos lados, buscando a una persona que, de antemano sabía que no encontraría.
Se la llevó... Mateo se... se la llevó-tartamudeo-... la matará... y peleamos... y soy... soy idiota...
Déjalo, tranquila Val, estará bien-masculla el chico mientras la abraza- no puede hacer nada, no puede hacerle nada, no en este barco.
Encontrarla...-suspiró Val recargada en su pecho- tenemos que encontrarla y asegurarnos de... de que esté... bien... por favor... por favor-intenta continuar, intenta separarse de él para ir a buscarla, pero en su lugar, rompe a llorar, rompe y se derrumba sin saberlo ante la atenta mirada de su hermano, que traga de forma audible.
Llévala-dice Guille apurando el trago que tiene en la mano- que la busque -Valentina lo mira y entre sus lágrimas- que la encuentre, que se quede con ella, que haga lo que quiera y que por mí no se preocupe, ni por Papá.
Eso-dice Mateo mirándolo con orgullo-bien hecho, eso es lo que haría un verdadero caballero.
Guillermo no respondió, simplemente se encogió de hombros y se retiró a su habitación.
Val-la aludida se las arregló para mirarlo de frente-sé dónde está, conseguí encontrar su camarote, te voy...
vamos -interrumpe la chica-vamos...

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Cinco días
Fanfiction¿Cuántos días se necesita para enamorarse de una extraña? Las vidas de Juliana y Valentina caen en picada, hasta que sin saberlo, sus destinos se entelazan sobre el mar bravío previo a la tormenta ofreciéndoles una última salida. ¿Tendrá su amor la...