Juliana mira el mar agitado mientras el Titanic lo deja detrás. El sol ya se ha ocultado dando paso a una noche sin luna salpicada de estrellas que la hacían sentir en un sueño. Parecía irreal que hacía menos de doce horas se hubiese planteado saltar del barco simplemente para huir de la vida que llevaba pero así había ocurrido. Ella había escuchado alguna vez que el tiempo, en los malos ratos y en las tragedias, solía hacerse espantosamente eterno, para ella lo fue. Hasta que llegó Valentina.
11 abril 1912
Mientras espero su regreso, recuerdo su abrazo. Aquello se sintió... tan bien. Fue como si por un segundo, sólo uno, no estuviese completamente sola en el mundo, cómo si las cosas pudieran volver a estar bien, como si realmente todo volviera a valer la pena, me sentí frágil pero a la vez protegida. Por un momento, olvidé mi pavoroso camino sin salida. Y ahora me pregunto ¿Cómo pudo hacerme sentir tanto con un simple gesto?
Hola señorita -claro que la espera, pero no así, por eso respinga y lo hace de tal manera que el diario y el carboncillo escapan de sus manos. Horrorizada los ve caer del otro lado de la barandilla por unos segundos hasta que la mano veloz de Valentina logra alcanzar el cuadernillo-lo siento, no pretendía asustarte...
Pues vaya que lo hiciste -farfulla Juliana aún con el corazón acelerado. Sus miradas se encuentran, por alguna razón, Valentina baja la mirada-¿Qué tal tu día?
Bien -dice ésta-mejor ahora que me cercioré de que no saltaste del barco en cuánto me fui.
Pues casi lo hago-Juguetea la chica-pero ya sabes, no quería desaparecer y ponerte en predicamento o algo así-ambas se sonríen.
¿Puedo saber que te aquejaba ahora? -inquiere Valentina.
Preferiría que no-el corazón de Juliana se parte cuando adivina la decepción en las facciones de la otra chica-pero me gustaría agradecerte.
¿Por? –
Estuviste aquí-dice con simpleza mirándola a los ojos-te seré honesta, no hay muchas personas en este barco que puedan decir lo mismo.
Lamento mucho oír eso -suspira Val-cuando las cosas se ponen feas, lo mejor es tener a alguien como puerto seguro... no te pedía que me contases que te pasa sólo por ser chismosa ¿Sabes algo Juls...? ¿Te puedo decir así?-ella se ríe y asiente-es sólo que me salvaste y quisiera saber si puedo hacer algo similar por ti- Juliana la mira con ternura, le encantaría poder darle otra respuesta, pero la carga sobre sus hombros se le antoja demasiado pesada para compartir, por eso se limita a sonreírle.
Tu presencia es suficiente -lo dice solamente para no dar una respuesta específica, pero al salir esas palabras de sus labios, se da cuenta de que son más sinceras de lo que esperaba. Realmente su simple presencia es gratificante después de los mares de soledad que debió cruzar.
Vaya... me alegro que seamos amigas-Val sonríe aunque por un momento parece arrepentirse.
¿Qué? –
Nada, yo y mis pendejadas -dice. Ambas prorrumpen en risas-en fin ¿Te vas a quedar fuera mucho tiempo?
Ese era el plan ¿Por? -Al verla estremecerse por la helada brisa marina hace un gesto de reconocimiento-oh... espera-se aleja de la barandilla con pasos firmes hacia una de las bancas de madera que hay empotradas en la cubierta y toma una manta de aspecto grueso, luego regresa para echársela a los hombros y procurar que se cubra adecuadamente-¿Mejor?
Si, gracias-admite Val-siempre he sido algo friolenta...
Vaya, pues tendrás que acostumbrarte -se burla Juliana-pronto estaremos en el atlántico norte y créeme que allí se pondrá peor.
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Cinco días
Fiksi Penggemar¿Cuántos días se necesita para enamorarse de una extraña? Las vidas de Juliana y Valentina caen en picada, hasta que sin saberlo, sus destinos se entelazan sobre el mar bravío previo a la tormenta ofreciéndoles una última salida. ¿Tendrá su amor la...