Sin secretos

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Las dos chicas caminaron por la cubierta de proa, colocándose a babor, y tomaron asiento en el suelo, cerca de una suerte de agarradera metálica, rodeada en innumerable cantidad de vueltas, por una soga de aspecto resistente.

Valentina quedó frente a frente a Juliana, mirándola con los ojos aún enrojecidos por el llanto, atentos, esperando sus palabras, palabras que, en opinión de Juliana, eran propensas a hundir, aquello que habían construido tan rápidamente y en tan poco tiempo.

Esto es...- la chica suspiró- ni siquiera sé por donde empezar, nunca había tenido que contarle a nadie... ¿Qué quieres saber?

¿Qué era eso tan secreto? -inquiere Val- ¿Por qué se los llevaron presos? ¿Es cierto que iban a... asaltarnos?

No a ti, no yo... -Juliana suspira- supongo que ya nada pierdo con decirte; el chino lleva perteneciendo desde hace algunos años una pequeña red criminal, nunca ha sido la gran cosa, él solo es el matón de los que de verdad mueven el negocio, solo que hace unos cuantos años... decidió emprender las cosas por su cuenta, en el nuevo mundo, si, se suponía que cada uno de nosotros tenía asignada una familia, la idea era simple; acercarnos a ellos, como pudiésemos, conseguir entrar en sus vidas y sus habitaciones para facilitar un asalto rápido cuando estuviésemos cerca de la costa, tu familia era un objetivo pero no el mío, sino el de el Alacrán, él está involucrado...

Con mi hermana, lo sé-y ante la sorpresa de juliana, Val se encogió de hombros- Mateo los descubrió, son amantes.

No, él solo la está embaucando, no la quiere, ni como amante-recalca Juliana-como sea, Andew, él tenía que ser mi objetivo, pero yo... yo no contaba contigo.

¿Y ya? -inquiere la chica- ¿Eso es todo?

¿Te parece poco? –

Esperaba más -reconoce Valentina-para todo el secretismo y cuanto te alejas... para el temor con el que lo miras...

Es un asesino, Val- recalca la mujer- lo he visto hacer cosas horribles por mandato de otros hombres, lo he visto hacer cosas horribles por decisión propia, éste es su primer gran trabajo solo, si algo lo arruinaba... podía verlo perfectamente haciéndote cosas horribles a ti y yo solo... tuve miedo de que pasase.

¿Hizo cosas horribles contigo? -la pregunta brota de sus labios sin pensar y cuando Juliana duda en responder, ella añade-vi tus cicatrices.

Entonces la pregunta se contesta sola ¿No? -responde la chica con resignación, pero sabiendo que esto no tendrá contenta a la menor de los Carvajal, prosigue-nunca fue un padre amoroso, maltratador y borracho lo definen mejor, mi madre siempre lo solapó, siempre... lo encubrió, no era mentira, ella trabajaba para una casa de acomodados franceses, yo quería hacerme un camino en la moda de París, pero sus planes siempre interferían con los nuestros, y ella lo consintió, siempre lo hacía. Cuando era niña tenía que esconderme de él y sus amigos... podían hacer lo que quisieran con alguien como yo, y estoy segura de que él no lo habría impedido, escapar y esconderme, esa es mi especialidad, él no lo vio hasta que yo fui mayor, pero...

¿Mayor? -interrumpe Valentina- ¡Tienes dieciocho años! ¡¿Qué tanto es mayor para ti?!

Uhh... ¿Quince? – responde la chica.

No es posible...-

Lo es, pero como sea, a esa edad, cuando se dio cuenta de que podía sacar provecho de mí, lo hizo: me obligó a formar parte de sus... trabajos, y antes de que preguntes porque no me negué, quiero recordarte a sus amigos deseosos de una esposa o algo peor... nunca me quise arriesgar, así que ese fue el trato; él no me casaba ni me entregaba a nadie y yo robaba lo que el quisiese-Valentina la miró impresionada-no era difícil; memorizabas horarios, me disfrazaba para hacer reconocimiento, planeaba todo un plan de veces y entrada por salida podía hacer un botín mayor que el de muchos de los suyos, sin dejar a penas pistas que seguir.

Cinco díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora