Amaranta.
—¡Ami, despierta!—abrí los ojos con pesadez y me encontré con dos orbes azules mirándome de cerca.
—¿Qué sucede cariño?—me incorporé en la cama luego de encender la lámpara.
—Es que tengo mucho miedo... ¿Podría dormir contigo?—preguntó mirando hacia el suelo en tono bajo y ansioso.
—Claro que sí amor, ven... Sube.—le estiré la mano y se subió casi corriendo a la cama, rodé un poco a Tommy y me coloqué en la mitad de ambos, Michelle me abrazó.
—Gracias Ami, te quiero...—besó mi mejilla y me conmovió su muestra de afecto, era la primeras vez que lo decía. Apagué la lámpara y luego de abrazarla le di un beso en la frente.
—Yo tambien te quiero preciosa.
-—¡Dejenme dolmil—dijo Tommy dándonos la espalda.
—Sí cariño, perdón— le susurré.
Sonó un trueno que hizo que Michelle y Tommy me abrazaran a la vez, los rodee a cada uno con mis brazos. El cielo estaba cayéndose a pedazos... estaba lloviendo hacia un par de horas, era bastante obvio que la niña tendría miedo al estar sola. Ese día se habían dormido antes de que empezara el diluvio, les había leído un cuento cómo cada noche desde que había llegado a su vida, lo único que me desagradaba era que Tommy se durmiera en la cama con ella y luego me tocara llevarlo cargado hasta mi cama, Tommy pesaba bastante.
En estas últimas semanas me había dado cuenta que Michelle era mucho más afectuosa que cuando llegué, ella se veía totalmente cambiada, todo era risas excepto cuando entraba en el cuarto de su madre, pero últimamente estaba cada vez menos y yo intentaba distraerla de todas las formas posibles. Enviaba fotos cada día a su padre en las diferentes horas del día para que viera qué tan feliz era Michelle con solo un poco de tiempo y amor, me sentía satisfecha de poder estar aportando más que desastres y torpezas.
Desperté con dos pares de ojos mirándome detenidamente con cariño.
—¿Qué sucede?—me intente sentar y un dolor en la espalda me lo impidió—¡Ay, duele! Mi columna está rota—me queje haciendo que ellos se asustaran.
—¿Te rompimos la columna?—preguntó Michelle casi llorando.
—No, cariño... Solo llama a la señora Karla, ella me ayudara—dije rindiéndome en la cama, maldito dolor de espalda.
—Yo voy mami— avisó Tommy y a los pocos segundos entró Karla con un semblante aterrorizado.
—¡¿Quién te rompió la columna?!— preguntó apresuradamente.
—Nadie Karla, pero pareciera, duele... ¡Ay!.
—¿Qué sucedió?.
Después de explicarle, tuvimos que llamar a Said, quien me ayudó a levantarme y luego me dio un par de analgésicos para el dolor.
—Intenta descansar por al menos unas horas, yo enseñaré a los chicos a tocar la guitarra.—me dijo Said. Me negué hasta que terminé perdiendo y los chicos subieron emocionados a tocar la guitarra, siempre habían estado detrás de Said para que los enseñara y hoy no iban a desaprovechar esa oportunidad.
Cada mañana después de desayunar nos sentábamos en la mesa redonda de Michelle para planificar lo que haríamos ¿Qué haríamos hoy? Esa era la pregunta, casi siempre decían que ir a bañarse en la piscina que estaba en la terraza del segundo piso, pintar, ver televisión, ir a cine o salir a dar un paseo al parque, pero hoy aprenderían música.
Me había despertado el incesante llamado del celular, estiré el brazo y busqué debajo de la almohada para contestar.
—¿Señorita Amaranta?—revisé en la pantalla la llamada y me percaté de que era efectivamente el señor Yassir.
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A Través De Su Sonrisa
RomanceAmaranta Mejia es una linda y torpe madre soltera que quedó embarazada cuando fue con su novio a la fiesta de graduación, su novio... André a las pocas semanas se marchó sin despedirse para estudiar fuera del país, Amaranta se enteró un mes después...