Capítulo 2

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Amaranta.

—¡Señorita! ¿Se encuentra bien?—escuché preguntar y luego sentí alcohol por mis vías respiratorias.

—Creo que está muerta...—dijo otra voz.

—¡Deja de decir estupideces Said!—abrí los ojos con un dolor punzante en mi cabeza y me encontré con un hombre de ojos negros y espesas pestañas que mantenía un algodón en mi nariz.—Ya está despertando...

¿En dónde carajos estaba metida?... Recordé el terrible suceso e inmediatamente me levanté de golpe chocando la frente con la del hombre que me observaba segundos antes curioso.

—¡Por Alá!—se quejó con un extraño acento tocando su frente.

—¿¡Qué puta mierda!?—dije sobando mi cabeza, otro golpe más y terminaba completamente loca.

Se escuchó una estruendosa risa y pude notar que detrás del hombre alto con el que había chocado, estaba otro muy parecido... era el que me había advertido antes en el pasillo.

—¿¡Se encuentra bien!?—preguntó con una mano en su frente.

Me traté de disculpar, pero las palabras salieron atropelladas, empecé a recordar en ese momento a Thomas, miré al rededor y reconocí el cuarto de enfermería, luego me puse de pie buscando por algún lado a mi hijo.

—¿Qué busca?— dijo el hombre que antes reía.

El pánico empezó a invadirme y sin responder abrí la puerta para salir, pero me encontré de frente con Carlos, quién me aniquiló con la mirada.

—¿En dónde está?—pregunté nerviosa.

—¿En dónde cree?—me respondió de forma amarga, sentía tanta vergüenza por lo que había ocasionado, estaba completamente segura que los hombres que estaban ahí detrás, eran ni más ni menos los herederos de la cadena de supermercados Marrash.

—Señorita, debería recostarse y esperar que...— escuché decir a mis espaldas.

—Lo siento mucho, solo quiero ver a mi hijo—dije saliendo verdaderamente apenada del cuarto mientras sentía como dos pares de ojos me observaban detenidamente.

Pasé al lado de Carlos sin ninguna razón para sonreír en busca de mi hijo y lo encontré al lado de Stefany jugando ahora con su celular, sentí un gran alivio y camine hacia él, lo revisé buscando alguna cortada, pero estaba perfecto. No podía siquiera enojarme con él, no tenía la culpa de tener una madre tan desastrosa e incompetente como yo, apenas me vio sonrió y luego bajó la mirada triste dejando a un lado el celular.

—¡Hey, cariño! no pasa nada...—le sonreí.

—¿Estás bien?—preguntó mirando mi cabeza.

—No pasó nada...—le dije sonriendo.

—Te despilielon del tlabajo pol mi culpa—dijo con cara de culpabilidad.

—¡Claro que no! es culpa del inepto de Carlos, no te preocupes hijo, verás que mamá consigue un mejor trabajo—sonreí para que se sintiera mejor.

¿En dónde encontraría un jodido trabajo?

—Señorita Amaranta, la espero inmediatamente en la oficina—dijo Carlos a mis espaldas— Este inepto necesita hablar con usted—giré con una sonrisa fingida a mi seguro ex-jefe y noté que a su lado estaba de nuevo el hombre alto de aspecto misterioso, me avergoncé al verle un rojo bastante llamativo en su frente, él me miró imperturbable como si no hubiese pasado nada, luego entró a la oficina seguido de Carlos, de mi hijo y yo, el otro hombre ya no estaba.

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