Capítulo 11

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Amaranta.

No había podido dormir en toda la noche, el sentimiento de frustración y rabia no me dejaba, sabía que este día sería uno de los pocos días en que había despertado algo desanimada, no tenía muchas ganas de nada, yo era una mujer que casi siempre se reía de todo... incluso de mí, pero esta vez no tenía suficientes motivos para llegar a sonreír, la amargura de ese hombre se me estaba contagiando por completo y estaba distorsionando mi imagen de mujer positiva y enérgica, no habían pasado ni siquiera dos días desde que había llegado y estábamos como perros y gatos, pero era completamente su culpa, él se quedaría como él Grinch por el resto de su vida. Nunca había dejado que las cosas pequeñas me derribaran, siempre había intentado seguir y seguir porque tenia una gran motivación, mi hijo. pero este señor estaba complicándolo todo.

¿De dónde sacaba que Said y yo éramos algo?

¿Y Porqué prefería creer eso y no creer lo que le decía?

Me gustaba más cuando hablábamos desde la distancia y yo sólo debía enviarle fotos de su hija y ponerla al teléfono, me gustaba cuando él era también agradecido y no un mismísimo ogro.

Karla había llamado temprano avisando que no vendría pues se había sentido muy enferma, los niños se habían percatado de mi mal genio cuando no los desperté con mimos, simplemente se miraban entre ellos y luego a mí en total silencio; para no sentirme más observada por esos dos decidí ponerlos en la sala de estar y encenderles el televisor mientras les preparaba un desayuno infantil que había buscado por internet, les estaba haciendo búhos con comida. Estaba bastante entretenida en mi preparación cuando de repente entró Said con una inmensa sonrisa en el rostro, lo miré e instintivamente pensé en el señor Yassir ordenandome que dejara mi amistad con él.

—¿Hoy no hay sonrisas al preparar el desayuno?— lo miré y negué.—¿No quieres saber cómo me fué ayer?—recordé porqué nos había dejado en la pizzería y asentí.—Ella está bien, está viviendo aún con su hermana, me preguntó por tí. Le dije que no podías ir por los niños, me gustó que me escribiera... sabes, ella necesita apoyo y se nota que es una mujer muy inteligente, también muy fuerte y... hermosa—dijo sonriendo a medio lado, le serví un poco de café y empezó a tomarlo.

—Le pediré un día libre a tu hermano y la iré a visitar— dije de forma mecánica.

—Cierto, no te ha dado ni un solo día... Seguro se le ha olvidado. Si tú no le dices, él no te lo dará nunca, a veces es despistado con esas cosas pequeñas.— claro y como para el soy una pequeñez... Con mucha más razón.

—Y... entonces te gusta...— afirmé después de verlo por unos segundos olvidando el tema anterior ya que no quería hablar de ese señor, empezó a toser haciendo que el café saliera por su nariz y su boca— eres un desastre, solo debías decir sí—le pasé una servilleta, le quité la taza y la lavé.

—¿Acaso has desayunado alacrán?— preguntó sorprendido Said por mi mal humor matutino.

—Creo que estoy en mis días, no es nada del otro mundo.

—¿Segura?—entrecerró los ojos.

—Sí Said—le dió la vuelta al mesón que nos separaba y se colocó en frente mío

—Tienes algo y no me quieres decir...—insistió.

—Said, no es nada.— me tomó de la barbilla y me vió con sus ojos oscuros, claro que me dolía que Yassir intentara alejarlo ya que Said había sido un buen amigo, no era justo. Y para mí había sido obvio que él gustaba de mi amiga y de verdad me alegraba que Stefany tuviera a alguien que la quisiera de una buena forma ya que Said era maravilloso.

A Través De Su Sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora