—Tranquilo, hijo... Ya pasó. —Murmuraba el padre de Jaebeom intentando consolar a su hijo.
El joven de nacionalidad china lo había traído a casa hace una hora y seguía igual de alterado. Las ropas del adulto ya estaban sucias por los mocos y las lágrimas de su hijo, no le importó y tan solo continuó acariciando su espalda en silencio hasta que se quedó dormido. Lo cargó hasta su cama, cambió su uniforme por un pijama y lo arropó.
— ¿Ya se siente mejor? —Preguntó Jackson cuando el señor bajó las escaleras.
El padre negó con la cabeza. —No, pero al menos ya se ha dormido. Gracias por traerlo...
— Jackson, mi nombre es Jackson.
Asintió, y repitió el nombre en su mente para recordarlo. Jackson, quién había dejado al chico abandonado en el parque no aguantó con su consciencia y regresó por él a los pocos minutos. Le costó despegarlo del árbol pero a penas lo logró lo condujo a su casa, al ser un lugar tan pequeño no era difícil saber donde vivían las personas y menos si eran tan conocidas como el padre de Jaebeom. En el camino la lluvia regresó, lo que tenía al mayor más nervioso y a Jackson más preocupado. Se dijo a si mismo que solo dejaría al chico con su padre y se largaría. Pero se encontró a si mismo esperando a que el señor calmara a su hijo sentado en el sofá del primer piso.
La casa no era grande, la cocina, la sala y el comedor estaban prácticamente juntas. No había decoración alguna, todo era sombrío e insípido.
— Ya es hora que regreses a tu casa, hijo. Dios recompensará tus buenas acciones. —Jackson tenía intenciones de quedarse hablar con el hombre, aunque no sabía el porqué, pero sabía que estaba siendo echado por lo que solo asintió y se despidió. Fue directo a su trabajo, si pasaba por su casa no alcanzaría llegar a tiempo.
Cambió el uniforme de la escuela por el de su trabajo en el baño y cambió de puesto con Yugyeom.
Jackson odiaba con su vida vivir en ese pueblo. Extrañaba las grandes ciudades de China. Cuando su madre le dijo que irían a vivir a Corea del Sur imaginó que sería una ciudad como Seúl, no un jodido pueblo donde apenas llegaba la señal móvil. Resopló frustrado cuando llegó el primer cliente.
El pueblo no era lo único que Jackson odiaba, también se odiaba a sí mismo. Él y su irresponsabilidad eran la única razón por la cual debían refugiarse en un pueblo insípido.
Se odiaba a si mismo por enamorarse de un hombre.
Por ser un jodido maricón ahora su padre estaba muerto, le arruinó el futuro a su madre y estaban estancados en un pueblo de mierda.
—Jackson, hola, que sorpresa verte por acá. —Murmuró la chica con interés recargando su cuerpo en el mostrador mientras Jackson registraba los productos. En realidad, no era ninguna sorpresa para ninguno de los dos. Desde su primer día, Hwa Sa ha estado presentándose en su trabajo a la misma hora con la misma línea.
— Creo que me viste acá ayer, antes de ayer, la semana pasada... —Murmuró echando las cosas en la bolsa, intentando no sonar grosero, la chica rió.
— Tienes razón, es que no me puedo resistir a venir a verte. —Dijo tímida, extendiendo el dinero. Jackson lo aceptó y le entregó la devuelta.
— Hasta luego, Hwa Sa.
La chica sonrió y se marchó. Jackson abandonó su puesto para comenzar hacer el inventario diario. Su mente le recordó a Jaebeom, su extraño compañero de clase.
Nunca lo escuchaba hablar fuera de clases, y con la única persona que lo había visto convivir era con JinYoung y el maestro Choi. Era tan extraño, pensaba Jackson. No quería tener amigos en ese pueblo, y quizás por su etapa de negación se comportó como un idiota en un inicio, y ahora era una pesadilla para el pueblo. No pudo evitar sentirse mal por ese apodo, Jackson no era ninguna pesadilla. Su vida lo era.
Tomó tres botellas de soju de los estantes y los registró como vendidos, puso el dinero correspondiente en la caja registradora y escondió las botellas en su mochila.
Continuó su trabajo con normalidad, y a la hora de salida se marchó a su casa. Su madre lo saludó con un beso y abrazó a su abuelo. Escondió su mochila en su habitación, cambió sus ropas y volvió al encuentro con su familia para la cena.
Antes, Jackson amaba las horas de comida. Todo era risas y charlas, ahora, todo era incómodo y torpe. Nadie hacía el intento para hablar, cada quién servía su propio plato, al terminar se ponía de pie y lavaba sus trastes.
Jackson fue el primero en irse. Se encerró en su cuarto y tomó la primera botella. Tomó un gran sorbo y se echó en la cama.
El alcohol era la única vía que tenía en su alcance para sobrevivir.
Vamos a conocer la historia de Jackson poquito a poquito :3
¿Qué le va pareciendo hasta el momento? Creo que desde mañana pondré capítulos diarios, quizás interrumpa un poco en los exámenes que tengo la semana entrante perooo, no estoy segura.Gracias por tomarse el tiempo de leer, votar y comentar, lo aprecio muchísimo, en serio. Corazones amarillos para todas.
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Pecado ; jackbeom
FanfictionLim Jaebeom es el hijo del pastor de la iglesia de Jinghae, un pequeño pueblo al sur del país donde la población no supera a los 500 habitantes, en su mayoría fieles devotos a dios. La calma del pueblo se ve alborotada con la presencia de una nueva...