Capítulo veintitrés

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Cuando tenía siete años la abuela recitó un dicho que nunca olvidó, aunque tampoco le entendía, pensó que sería divertido memorizarlo hasta algún día comprender su significado

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Cuando tenía siete años la abuela recitó un dicho que nunca olvidó, aunque tampoco le entendía, pensó que sería divertido memorizarlo hasta algún día comprender su significado.

"La felicidad en casa pobre dura poco"

Estaba arrepentido de querer conocer su significado.

Jaebeom estaba teniendo el mejor de sus días, todo gracias a Jackson. Cuando lo dejó frente a su casa, se despidió con una sonrisa y entró a su hogar antes de que sus hormonas lo traicionaran y termine besando al chino en medio de la calle.

— ¿Dónde carajos estabas? —Jaebeom pegó un salto del susto, las luces estaban apagadas y no había visto a su padre sentado en el sofá de la casa.

— Me has asustado, papi. —Murmuró Jaebeom al tiempo que encendía las luces. — Estaba con Jackson.

— Eso ya lo sé. —Se encogió de hombros, él no era alguien de mentir, por eso al salir de casa avisó que estaría con el chino, no había necesidad de mentir.

— ¿Entonces...? —Jaebeom se acercó a su papá con curiosidad, lucía demasiado enojado. — Papi ¿Estás bien?

— Claro que no estoy bien. —Espetó molesto, de su bolsillo sacó su móvil y lo colocó frente a los ojos de su hijo.

A Jaebeom se le cayó el mundo a los pies.

Era una foto con una excelente definición que lo mostraba a él besándose con Jackson en el parqueo de la estación de tren. Sus manos estaban aferradas al cuello del chino mientras este lo mantenía contra su cuerpo.

— Responde, Lim Jaebeom. ¿Qué diablos significa eso?

Los ojos del adolescente estaban lleno de lágrimas, aunque intentara, él no sabía mentir. Estaba acabado, no sabía que decir. —Papá...

— ¡No me llames así que yo ya no soy tu padre! —Gritó molesto mientras se ponía de pie y tiraba a Jaebeom de su camiseta. — ¡Yo no tengo hijos asquerosos y maricones!

Estaba asustado, nunca había visto a su padre de esa forma y ciertamente le preocupaba lo que haría después.

—Yo lo amo, papá. —Jaebeom no supo de donde encontró valentía para hablar, solo supo que sus palabras fueron la gota de derramó el vaso de la furia de su papá.

Como arte de magia, se deshizo de su correa en pocos segundos y antes de que pueda reaccionar su padre lo azotó con fuerza con aquel doloroso cuero.

Lo obligó a desnudarse y lo golpeó tantas veces que Jaebeom perdió la cuenta. Tan solo se acurrucó en una esquina intentando cubrir su cabeza y rostro.

Su piel ardía, pero no era suficiente para su padre quién ahora lo golpeaba con el palo de la escoba. Jaebeom lloraba en silencio deseando que su tortura acabe pronto, estaba devastado.

Pecado ; jackbeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora