Capítulo 28

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Desperté por el sonido de la alarma, de vuelta a la realidad. Era lo peor, después del gran fin de semana que tuve.

Sí, andaba de mejor ánimo, no podía negarlo.

- Hola mamá - bajé saludando - ¿mi papá?

- Se acaba de ir.

- Mmm...quería despedirme - dije apenado sentándome.

- Te ves bien, pensé que estarías triste.

- No es que no lo esté, solo que me siento más relajado de haber visto a mi...osea a...

- Tu novio - dijo con tal naturalidad - dilo, eso es.

- Mamá, siéntate - pedí acomodando mi silla más cerca de la de ella - tú y papá ¿hablaron algo de esto cuando no estaba?

- Que quieres saber.

- Es que es raro, lo sé, de seguro ustedes esperaban otra cosa, no sé, una novia quizás.

- Todos los padres esperamos eso, pero no porque sea un chico y no una chica nos dejará de agradar, son tus gustos, nosotros te apoyamos, que tipo de padres seríamos si no los apoyamos - respondió a lo que me sentí bien.

- Ay mamá - dije abrazándola - eso se siente bien.

- ¿Estás feliz? - preguntó acariciando mi cabello.

- Me da un poco de vergüenza decirlo, pero sí, muy feliz. Christopher me hace bien ¿sabes? pero tengo miedo mamá - confesé.

- ¿De que pueda terminar?

- Sí, más que nada porque nos conocemos hace tantos años que lo siento como mío desde siempre. ¿Crees que si llegáramos a terminar él olvidaría todos los años que hemos pasado juntos?

- Esa no es una pregunta para mi, pero disfruta tu noviazgo, no te ciegues ante algún tipo de problema, recuerda que las cosas siempre se hablan primero.

Recordé aquel momento del viernes por la noche, escuchar decir eso a mi mamá me hizo sentir un poco culpable - cuando llegamos a Quito su jefa llamó en la noche, me molesté un poco y me porté algo grosero.

- ¿Al menos dejaste que te explique?

- No, solo un poco, no lo dejé decir mucho.

Dejó de abrazarme para mirarme fijamente - mi niño es bueno, tengo fe en que nunca te fallaría - se refirió a mi novio - ahora desayuna, que no debes llegar tarde a clases.

No podía pedir más, tenía el apoyo de mi familia que era lo que en parte más me importaba, lo que opinen los demás estaba seguro de que me daría igual, yo solo iba a ser feliz.

Toda esa felicidad y buen ánimo se fueron al ver ante mis ojos la universidad, aún no entraba al edificio y ya sentía el estrés llegar a mi.

- Hola - sentí a mi lado.

- ¡Hey, hola! - choqué mi mano con aquel chico - ¿cómo estás?

- Bien, veo que tú también.

- A diferencia del día en que me viste, sí - reí.

- ¿Tienes clases?

- Sí, lamentablemente.

- ¿Quieres que te vaya a dejar?

- No, no te molestes - negué.

- No es molestia, además tengo una hora libre antes de mi próxima clase y como te vi me acerqué.

- Bueno - sonreí - está bien, vamos.

Nos adentramos al pasillo en el que debía seguir para llegar al salón, este chico se me hacía muy agradable, parecía buena persona.

- Te ves mejor sonriendo - habló de pronto.

- Lo tomaré como halago - respondí algo avergonzado - a todo esto ¿cómo te llamas?

Por Curiosidad - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora