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Desperté al sentir una presión extra en mi cuerpo, abrí los ojos y vi a Hoseok con una pierna y un brazo encima mío, me removí para despertarle, después de varios intentos y quejidos finalmente se quitó de encima, me senté en el colchón, tallé mis ojos y suspiré, subí las escaleras del sótano para ir al baño, hice mis necesidades y me bañé, bajé de nuevo al sótano para cambiar mi ropa y arreglar mi cabello ya que mi hermano y yo iríamos a vender libros a la demás comunidad, necesitábamos dinero y más de uno necesitaría un libro, mamá nos sirvió el desayuno, después de devorar la sopa de patatas que nos había preparado partimos hacia el mercado.

-¡Liiiiibros!~ lleve libros y aprenda más, lee, lee, lee~ de 50 a 70 slekis, hay variedad.- gritaba Hoseok de una forma graciosa ganándose la mirada divertida de varios niños y varias de desprecio de gente que no sabía leer y sería inútil el gastar su dinero

-Chico, si tienen "El último vals"* me lo llevo.- un hombre de aspecto vago se acercó a nosotros

-Claaaaro~ son 75 slekis, es edición especial y es prohibido.- mi hermano dijo en vos baja y mirando para ambos lados, el hombre saco de una bolsa tejida el dinero y me lo entregó mientras Hoseok entregaba el libro guardandolo dentro del saco del hombre, nos agradeció y antes de marcharse rió de una manera muy peculiar.

El tiempo pasaba, ningún otro libro fue comprado, nos moríamos de sed y hambre, decidimos que era hora de volver a casa. En el camino nos topamos con varia gente que igual se dirigía a sus hogares, el mercado estaba del otro lado de la comunidad y para llegar debíamos pasar por la calle de los alemanes y los que podían transitarla, dos soldados alemanes cuidaban la reja la cual nos permitía y negaba el paso a la comunidad, mientras esperábamos músicos judíos tocaban una melodía rítmica y sencilla, los soldados para humillarnos aún más obligaron a varios que se encontraban más al frente a bailar, "van a entretenernos" decían, reían y aplaudían, ancianos y niños bailaban al ritmo de la música y los soldados reían aún más cuando veían a un anciano a punto de caer, cierta presión en mi pecho apareció y las lágrimas amenazaban con salir, me dolía ver como nos trataban, solamente éramos personas como cualquier otra, éramos humanos y no pedimos nacer judíos o en aquel país, no merecíamos ese trato; después de la larga y humillante espera, los soldados nos permitieron el paso y Hoseok y yo llegamos a casa.

-Familia, llegamos, 75 slekis hemos ganado, alcanza para un kilo de arroz, cinco litros de agua y medio kilo de patatas o bien podríamos comprar diez litros de agua, 300 gramos de arroz y un kilo de patatas.- mencionó Hoseok haciendo cuentas mentalmente

-Hijos, hay algo importante que deben ver.-interrumpió mamá y nos estiró una hoja del periódico, la tomé rápidamente y leí "Judíos portarán una estrella de seis picos la cual sólo se quitarán al estar dentro de casa, debe medir cerca de diez centímetros de punta norte a punta sur y otros diez de punta este a oeste, la estrella deberá ser azul y será colocada en una tela blanca, se deberá traer a la vista, de preferencia en el brazo derecho, quien salga a la calle y no la porte será severamente castigado. Atentamente, Hitler." Claramente nos están marcando como si de animales se tratase, injusto, era la palabra que se me venía a la mente, todo esto era una vil injusticia que nunca íbamos a entender.

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Tiempo después las telas que debíamos portar estaban fuera de nuestra puerta, la rutina para Hoseok y para mi fue la misma que hace meses, desayunar e ir a vender libros. Eran cerca de las 2 de la tarde cuando el primer y único libro se vendió "Hospital psiquiátrico"* un libro prohibido, fue comprado por el mismo señor de la primer vez, una señora nos obsequió un poco de pan el cual aceptamos sin pensarlo dos veces. El tiempo pasó y dieron las 6:00 p.m, en media hora más sería el toque de queda y si nos sorprendían vagando por las calles nos castigarían.

Piano -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora