1:6

216 24 16
                                    

Un fuerte dolor de cabeza me despertó, me removí en el colchón, Hoseok ya no se encontraba ahí. Me levanté y me coloqué mis botas, peine un poco mis cabellos y subí a la sala.
Toda mi familia se encontraba ahí, al entrar me miraron al mismo tiempo. Aquella acción me resultaba un poco extraña. 

-¿Sucede algo?- pregunté haciendo una mueca gracias al dolor punzante alojado en mi cabeza.

-Si no conseguimos permisos para trabajar, nos correrán y nos mandarán a quien sabe donde, lo dictó el  Führer, ese hombre nos trata peor que animales, él y sus estúpidos soldados, hijos de puta.- Exclamó mi padre tranquilamente mientras bebía café. 

Realmente esto excedía cualquier cosa que haya hecho el Führer, permisos para trabajar y poder seguir en nuestros hogares. Un dolor en mi estomago hizo que corriera al baño para vomitar todo lo que había tomado la noche anterior, mi madre se encontraba sobando mi espalda y diciendo cosas a las cuales no prestaba atención. Terminé de sacarlo todo y mi madre me llevó al sillón a recostarme, me preparó un poco de té que por cierto sabía horrible y me colocó un trapo con agua en la frente. 

Me puse a pensar acerca del permiso. Por fortuna yo lo tenía gracias al puesto que tenia donde Minho, pero necesitaba ayudar a mi papá y hermano, por las mujeres no había problema ya que eran unas "inútiles" y solamente debían quedarse en casa para hacer los labores cotidianos y algunas veces saciar las necesidades de los soldados alemanes, era obvio que no necesitaban ningún permiso. Buscaba en mi mente alguna persona que nos ayudara.- ¡Namjoon!- grité levantándome del sillón, todos voltearon a verme mal.- Namjoon, él puede ayudarnos, iré a verle ahora mismo.- Dije levantándome del sillón un poco mareado, bajé las escaleras al sótano y me cambié de ropa. 

---

Caminé hasta el Dreko en donde Namjoon vivía, subí al cuarto piso en donde se encontraba su casa, toqué la puerta cuatro veces, esperé cerca de un minuto a que me abriera. La llave de la puerta estaba siendo girada y al cabo de unos segundos apareció Namjoon, sonriéndome de extraña manera, me invitó a pasar, me senté en el sillón y me ofreció un vaso con jugo de naranja el cual yo acepte gustoso, ya que caminar hasta ese lado era cansado. Sin más vueltas al asunto, hablé.- Namjoon, supongo que te has enterado de la situación sobre necesitar permisos para trabajar, yo tengo el mío, pero falta Hoseok y papá, te pido de favor si podrías ayudarnos, no puedo perderles, me serías de gran apoyo.- dije mirándolo directo a los ojos, el sonrió, nuevamente esa sonrisa que me producía malos presentimientos. Finalmente el decide hablar.

-Jimin, por supuesto que te ayudaré.- sonreí.- Solo que... hay una condición, eres mi amigo claro, pero hay veces que se tienen que cobrar las cosas.- Oh no, ahí venían esos malos presentimientos de nuevo.

-Claro Nam, di-dime que es lo que necesitas y yo con gusto lo haré. Tremendos favores me has hecho como para no p-pagarte de algún modo.- Hablé con cierta inseguridad, sentía me iba arrepentir de mis palabras.

-Oh Jimin, lo que quiero de ti es simple.- sonrió nuevamente, se acercó a mi y puso su mano en mi rodilla, lentamente se fue acercando y yo me levanté del sillón lo más rápido que pude.

-¡Namjoon! ¡No! Esto no puede ser, muchas gracias, pero me voy.- agarré mi abrigo y caminé a la entrada. Su voz me hizo parar en seco.

-Entonces suerte con los permisos, deja que tu padre y tu hermano se ahoguen en su miseria y no sepan que hacer ya que estarán demasiado ocupados en pedir por su vida.- Dijo vilmente. Desconocía por completo a este Namjoon. Pero desgraciadamente lo que decía era cierto, no hacer lo que me pedía era como ser el verdugo de mi familia.

Piano -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora