Capitulo 2

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Valentina

-¡¡Gracias Chivis!! La cena estuvo increíble como siempre...- le digo a mi nana. Guille y Renata salieron, papá está arriba.
Estoy en el sillón frente a la hoguera en el salón, traje conmigo un libro, recomendación de mi hermano; todavía no quiero subir a mi habitación, abro el libro y solo leo las primeras líneas. De manera involuntaria, casi como respirar, quito mis ojos del libro y mi mirada se pierde en las flamas de la hoguera frente a mí. Dejo el libro apoyado en uno de los mugidos almohadones, solo pude leer algunas páginas. En realidad, sigo pensando y me pregunto: ¿Cuánto tiempo tomará recuperarme? Fueron cinco años olvidados, cinco años de mi vida que son solo una mancha negra en esta cabeza, pero lo más triste es sentir de alguna manera esa mancha en mi corazón. ¿Cómo es posible no recordar amar a alguien? Otra vez esa misma pregunta vuelve a mí. ¿Cómo recupero todo ese tiempo? Hace un mes volví al piso de mi familia, pero aún se siente que no pertenezco a ningún lugar. Todo aquí me es familiar, por supuesto, pero también fue horrible dejar la casa que compartimos con Juliana en los últimos años. Más allá de no recordar ni un centímetro de ese lugar, se suponía que era nuestro hogar.Estoy perdida en mis pensamientos cuando un par de brazos se cierran en mis hombros y me abrazan

—¿Estás bien, mi cielo? -papá pregunta dejándome un beso en la sien.Camina alrededor del sillón y se sienta junto a mí, instintivamente extiende sus brazos tomando mis manos. Su característica serenidad no cambió en absoluto. Sus cabellos comienzan a mostrar algunos brillos grisáceos, las líneas de expresiones se pronuncian en el contorno  de sus ojos celestes. Todo un elegante caballero, así lo solía ver de niña y ahora no tengo la mínima duda en esa apreciación.

 —¡¡Papá!!... -exclamo en un tono suave, casi con la voz quebrada. Desde que llegué o, mejor dicho, desde que regresé a este enorme lugar este parece ser mi estado anímico permanente. Papá esboza una tierna sonrisa y, de inmediato, comienza a dejar suaves caricias en el dorso de mis manos. Yo desciendo mi cabeza para observar el agarre de nuestras manos y la elevo al escucharlo.

 —Cariño, escucha, ¡no debes presionarte! -dice con un dejo de preocupación.

 —Pero, ¿Cómo hago? ¿Cómo sigo con mi vida? -le respondo con tristeza, y mis ojos llenos de lágrimas que reprimo, no las quiero dejar caer, ya no más.

 —Yo sé que no es fácil, pero es cuestión de tiempo... -me mira y continúa hablando-. Sé que suena tan cliché, lo sé, ¡lo sé! -Hace una pausa mientras me acaricia la mejilla-. Pero créeme, ¡ten paciencia! -Sus ojos muestran tanta compasión.

 —¡Trataré, pá! -él seca esas lágrimas que ahora sí caen incontrolablemente-. Quiero seguir con mi vida, con la que suponía tenía. Ni siquiera sé por dónde empezar, ¿Qué debo hacer?... -pregunto.

 —Cuando le quites tanta presión a recordar, a tratar de recuperarte rápido e incluso a todos esos sentimientos que solo te torturan en lugar de permitirte tener paz... créeme, mi amor, todo va a volver a su tiempo y, si no lo haces, pues tienes una nueva vida que vivir -Lo observo, él tiene toda la razón. Pero, en sus ojos, en su ternura al hablarme, puedo encontrarla también a ella. Y todo vuelve a empezar, desde hace un mes estoy en un espiral de sentimientos. Cada día me levanto con la premisa de intentarlo, un nuevo día, un nuevo intento. Pero al caer la noche regreso a este sillón abatida y derrotada por haber fallado. Salgo de mi pensamiento al ver que papá se pone de pie, extiende sus brazos abiertos y, de inmediato, me acobijo en su abrazo. Después de unos segundos, él se retira, camino hasta la enorme hoguera, y permanezco de pie con mis brazos cruzados como abrigándome. Hoy quiero llamarte y no sé, ¿Por qué tuve ese pensamiento?  

Miráme Otra Vez (Elegida Para Los Watty2020- 2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora